Rafael Blasco, siendo conseller de Territorio y Vivienda entre 2003 y 2006, se movió por el filo de la navaja de las leyes urbanísticas para edificar su mansión. De hecho, levantó su vivienda de 450 metros cuadrados sobre suelo no urbanizable del término municipal de Alzira y consiguió mayor edificabilidad gracias a una argucia legal que consiste en utilizar una vieja piscina como base de la nueva casa.

Al levantar su mansión sobre una antigua balsa de riego mató dos pájaros de un tiro: construyó sobre una edificación ya consolidada y ganó edificabilidad porque la piscina se convierte en semisótano. Esta actuación le permitió cumplir la ley de Suelo No Urbanizable, ya que en terreno no urbano sólo se puede edificar sobre algún elemento ya existente, habitualmente casas de aperos. Para superar las trabas que impone la ley, se valió del artículo 100 del Reglamento de Ordenación y Gestión Territorial y Urbanística (ROGTU), que, aunque prohíbe "realizar semisótanos", contempla la excepción de aprovechar el agujero previo de la alberca para construir por debajo del nivel del suelo, según expertos urbanísticos consultados por Levante-EMV.

De este modo, el exconseller de Territorio obvió la obligación normativa de no superar una planta baja y una altura valiéndose de triquiñuelas legales para ganar espacio en suelo no urbano hasta conseguir una inmensa vivienda que dispone de una planta baja, un sótano con la misma extensión y un piso con terraza. En total, más de 450 metros cuadrados construidos en una zona en la que sería verdaderamente difícil conseguir tal edificabilidad sin que los técnicos del Ayuntamiento de Alzira se lo hubieran impedido, dado que la ley del Suelo No Urbanizable tiene por objetivo la protección de las superfícies rurales y obliga a que las modificaciones entre los asentamientos consolidados y las nuevas construcciones no obliguen a variar demasiado la concepción original del terreno.

En tales circunstancias, el matrimonio Blasco-Císcar logró transformar su finca de Alzira hasta que, lo que en el pasado siglo fue una vivienda de 41 metros cuadrados, un almacén para aperos de labranza de 15 y una piscina se convirtiera desde 2005 a 2009 en una reformada casa de campo de 135 metros cuadrados, un lujoso chalé de 450 y un tercero de 165 para su hijo, Rablasci.

Para construir la mansión, el arquitecto tuvo que realizar dos proyectos diferentes y la constructora pedir una modificación de licencia. En principio, Conzibe Espacios, la firma cuya matriz (Franjuan) recibió una adjudicación de Blasco de 33 millones de euros mientras construía la vivienda, había solicitado una ampliación de la casa de campo de la parcela de Alzira, permiso que le fue otorgado en enero de 2004. Este primer trabajo tenía un presupuesto de 77.231 euros.

Doce meses después de recibir el permiso, la propia empresa solicitó una modificación en la licencia de obras que pasó de ser una ampliación de la casa de campo a "una obra consistente en derribo y construcción de vivienda". Un mes después, enero de 2005, el Ayuntamiento de Alzira emitió un informe en el que aseguraba que el proyecto cumplía la ley con un presupuesto de 252.846 euros.

Para la construcción de la mansión, el entonces conseller de Territorio tuvo que ampliar las parcelas afectadas por la construcción, ya que la obra era toda nueva y ocupa 250 metros cuadrados de planta. Esta modificaciones de licencia obligó al arquitecto, el diseñador de Sociópolis Vicente Guallart, a realizar dos proyectos. El primero fue visado el 11 de agosto de 2003, mientras que el segundo data del 22 de diciembre de 2003.

Es en este segundo proyecto donde el arquitecto contemplaba la construcción de una vivienda sobre la antigua piscina. De esta manera ganaba unos 220 metros cuadrados de edificabilidad con un semisótano, que en el caso de la mansión de los Blasco-Císcar tiene pequeñas ventanas por las que se filtra la luz exterior. En el sótano el exconseller ha habilitado un salón con un piano de cola y varios sofás. Al lado de una gran mesa de billar también aparece una bodega climatizada de unos 25 metros cuadrados.

En esta misma planta se encuentra la depuradora de la piscina, una biblioteca y una habitación donde el exconseller guarda libros y galardones que ha recibido durante su dilatada trayectoria política. También hay un "archivador" de obras de arte que todavía no han encontrado hueco en una casa atiborrada de cuadros.