Un ensayo en fase uno, conocido como First in human (el primero en humanos), es un riesgo para el paciente que acepta convertirse temporalmente en laboratorio de pruebas de un fármaco cuyos efectos solo solo se conocen en ratones. Así de claro les habla el doctor Andrés Cervantes Ruipérez, jefe de la sección del servicio de Oncología y Hematología del hospital Clínico, a sus pacientes cuando les ofrece la posibilidad de participar en un experimento de esta envergadura, cuyo éxito puede beneficiar a millones de personas en el mundo. Si bien es cierto que solo pueden participar aquellos que ya no responden a los tratamientos oncológicos y cuya alternativa terapéutica es más que incierta.

El hospital Clínico de Valencia es el único centro acreditado de la Comunitat Valenciana para realizar este tipo de experimentos en pacientes con cáncer. Mientras que en otros hospitales de España que hacen estos estudios (Barcelona, Sevilla, Madrid) la media de participantes es del 3 %, en el hospital valenciano es del 20 %.

Desde que el doctor Cervantes puso en marcha esta unidad de ensayos en 2004 se han realizado más de 20 estudios, con una promedio de participación de 26 enfermos por ensayo. En estos momentos, hay cuatro estudios en marcha con 15 pacientes.

"Tener cinco pacientes es muchísimo y quince, una barbaridad", afirma el responsable que precisa que antes de comenzar un ensayo se cuenta con un exhaustivo dossier de los resultados obtenidos en ratones del fármaco que se va a evaluar. Se conoce la toxicidad cardiaca, la del sistema nervioso, hígado, pulmón... "hay unos resultados previos de eficacia y seguridad contrastados para que no dañe al paciente", explica.

No obstante, el especialista recuerda que en oncología todos los medicamentos tienen efectos tóxicos, "se busca un perfil seguro que no tenga efectos irreversibles, que sea tolerable para el paciente y que se acompañe de beneficios claros, en definitiva que pueda vivir más tiempo y mejor".

"Sabemos -agrega-que son potencialmente buenos, pero tenemos que buscar la manera óptima de trasladarlos al resto de ciudadanos y para eso sirven estos ensayos".

De los más de quince medicamentos que se han probado, algunos no superan la fase uno porque tienen efectos tóxicos o porque no alcanzan niveles suficiente en sangre que los haga eficaces. Uno, de hecho, fue retirado porque ocasionaba mucha somnolencia, aunque posteriormente se repescó para tratar el insomnio. Sin embargo, cuatro cumplieron los requisitos exigidos y pasaron a la fase dos, en la que se amplía el número de médicos y voluntarios.

El oncólogo explica que primero se estudia el efecto con una dosis concreta, que es siempre la misma en un grupo de 3 a 6 pacientes para evaluar su efectividad, toxicidad, distribución en el organismo, eliminación... "por eso -explica- no van dirigidos a un cáncer concreto, sino a tratar la enfermedad avanzada". Y cuando se comprueba que no hay efectos tóxicos, se aumenta la dosis en otros 3 enfermos distintos y así sucesivamente en varios grupos hasta afinar la dosis óptima.

Cuando aparece un efecto no deseado se amplía el número de pacientes para observar si se repite y cuando la respuesta tóxica se da en dos voluntarios, la fase de aumento de dosis se frena de inmediato.

El número de pacientes que participan en cada escalón del ensayo y las dosis se deciden según la escala que diseñó el matemático italiano Nicolo Fibonachi.

Los medicamentos que en estos momentos se investigan en el hospital Clínico inhiben los genes que intervienen en el crecimiento de determinados tipos de cánceres. La eficacia de fármaco se evalúa entre 4 y 8 semanas aunque en los pacientes los chequeos son constantes. De hecho durante el primer día del ensayo los pacientes "viven" en el hospital sometiéndose a análisis cada 10 minutos, dos horas, 4 horas..., con electros, análisis de agudeza visual y todo tipo de pruebas para detectar efectos no deseados.

A María José Martínez le diagnosticaron un cáncer de pulmón hace ocho años sin ser fumadora. Tras muchas sesiones de quimio apenas eficaces, María José aceptó participar en un ensayo. A las ocho semanas de empezar el tumor se le había reducido un 20 % y ocho semanas más tarde, había disminuido un 40 %.

Unos resultados que son todo un éxito porque habitualmente las respuestas se ven en menos de un 5 % de los participantes y porque el criterio internacional de reducción del tumor es del 30% como máximo.