La pintora valenciana Rosa Torres ha denunciado por plagio a una empresa de depilación, con más de 60 clínicas repartidas por todo el país, después de descubrir que utilizan cuadros idénticos a sus obras originales y otras copias muy similares para decorar las salas de espera de muchas de estas clínicas. La Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional investiga el número de cuadros que podrían haber sido plagiados, que supera la veintena , y el exadministrador de dicha empresa está imputado por un presunto delito contra la propiedad intelectual.

En octubre de 2008 unos conocidos de la pintora le informaron de que habían visto uno de sus cuadros en una clínica de depilación de Valencia. En un primer momento, y tras comprobar in situ que no eran obras originales sino supuestos plagios, la artista solicitó que retiraran dichos cuadros advirtiendo que tomaría medidas legales en caso contrario. El responsable de la clínica «pidió disculpas y se comprometió a destruir las obras falsas», según refleja la denuncia interpuesta en el Juzgado de Instrucción número 15 de Madrid.

No obstante, dos años después un galerista de Barcelona informó a la artista de que había visto más cuadros supuestamente plagiados en una clínica de capital condal. De esta forma la pintora comenzó a indagar, gracias a la ayuda de algunos de sus conocidos en otras ciudades de España, y descubrió que no sólo no había retirado los lienzos sino que había réplicas de sus obras en sucursales de dicha empresa de depilación «en multitud de puntos del territorio nacional».

De hecho, según la denunciante, «estos cuadros plagiados eran parte integrante de la decoración de todas las clínicas, constituyendo dichas obras una suerte de imagen corporativa». Los lienzos originales, que reflejan coloridos paisajes con elementos geométricos, son expuestos en algunas de las galerías más prestigiosas del país y rondan unos precios que van desde los 3.000 a los 20.000 euros, según apuntó el letrado de la pintora, Alexandre Devís.

El exadministrador de dicha empresa, hasta el momento único imputado, alegó ante el juez que compró entre 30 y 40 cuadros a un pintor de la República Dominicana en 2004 «pensando que eran originales». «Yo no soy un experto en arte y no sabía si eran auténticos o no», manifestó el denunciado a Levante-EMV.