En la víspera del XII congreso del PSPV, cada vez toma más cuerpo la posibilidad de que el cónclave sea una secuela del celebrado en el Palacio de Congresos en 2008, en cuanto a los protagonistas de la votación para elegir al secretario general: Jorge Alarte y Ximo Puig. Pero en las últimas horas se ciernen dudas sobre si las alianzas se conformarán con las parejas cambiadas. Que Leire Pajín y Ciprià Císcar van esta vez con el alcalde de Morella es definitivo. La alianza se coció antes incluso del congreso federal de Sevilla. Pero, en el otro lado, Alarte no ha conseguido amarrar, en puertas del congreso, un acuerdo con Francesc Romeu, quien formó "ticket" con Ximo Puig hace tres años y medio.

El líder del PSPV está resuelto a llegar hasta el final, incluso si se diera la circunstancia probable de perder la votación del informe de gestión. Cuestión distinta será la disposición de sus afines a acompañarlo en esa tesitura. El secretario general se ha encontrado, con todo, con un contratiempo inesperado: el acercamiento de Romeu hacia el alcalde de Morella. El aspirante que, según diversas fuentes, parte como tercero en discordia ha dejado clara su disposición a buscar un acuerdo que apuntalara una mayoría y que le diera ventaja de cara a lograr un espacio de proyección política, con vistas incluso a las primarias, que le sería más difícil conseguir si fuera el último en sumarse a un gran acuerdo o si pierde el congreso. Romeu no ha cerrado nada con Puig ni con Alarte, pero afines a este último expresaron su preocupación ante la "negociación a dos bandas de Romeu, que no quiere perder y quedarse fuera", explicaron.

El de Silla ha abonado las dos salidas posibles, dado que en ningún caso Alarte ha accedido a ofrecerle liderar una alianza contra Puig. Con todo, lleva semanas cultivando un acercamiento al alartismo con vistas a intentar pescar avales en ese campo en caso de que un no a la gestión provocara la retirada del secretario general. El candidato Manolo Mata sigue apostando, por su parte, por dar libertad de voto a sus delegados en caso de no alcanzar los 105 avales necesarios para ser proclamado candidato. Si los lograra, él mismo sería el primer sorprendido.

Alarte, al todo o nada

Alarte no piensa tirar la toalla. De ninguna manera aceptará el secretario general la propuesta de Ximo Puig de retirarse a cambio de seguir como síndic en las Corts. Si pierde, se convertirá en diputado de base. Así de tajante lo explicó ayer. El alcalde de Morella, que ayer reunió a sus delegados valencianos en l'Alcúdia y a los de Alicante en Sant Vicent, sigue ofreciendo acuerdos pero tampoco está dispuesto a renunciar. Por ahora, los deseos de Alfredo Pérez Rubalcaba de que el congreso debería resolverse con el máximo de integración, cohesión y unidad y con una solución lo más sólida posible quedan en eso, en deseos.

El mismo propósito favorable a evitar la fractura fue expresado ayer por la tarde a los aspirantes Francesc Romeu y Manolo Mata, en el transcurso de una reunión en Ferraz, un día después de la que mantuvieron con Alarte y Puig. El secretario de organización Óscar López, subrayó que la dirección federal no pretende de ningún modo injerirse en la resolución del congreso y respeta la autonomía del PSPV.

La constitución de la Mesa del congreso, el órgano que gestiona el orden del día y la marcha del cónclave no es una cuestión de mera intendencia cuando el escenario es de confrontación. La elección de la Mesa es siempre un termómetro que marca hasta qué punto prima la fractura, dado que puede consensuarse o se puede llegar a la votación entre varias propuestas. Si sucede esto último, ya se podrá testar con datos reales el reparto de fuerzas. En el cónclave que empieza mañana parece vislumbrarse una operación desde las filas de la candidatura de Puig para controlar ese órgano con vistas a cambiar el orden del día. Con el propósito de evitar que la "apertura del plazo para la presentación de candidaturas", esto es, la recogida de avales, preceda al debate sobre el informe de gestión.

Dicho de otro modo, para que el secretario general, Jorge Alarte, no pueda empezar la recogida de avales antes de que se inicie el debate sobre el informe de gestión y, obviamente, bastante antes de que se produzca la votación. Es evidente que resulta más embarazoso para un delegado solicitar la devolución de su firma o invalidarla avalando a otro aspirante -la duplicidad provoca inmediatamente la anulación de los dos avales- que simplemente no firmar. No cabe ninguna duda de que el secretario general echará el resto para recabar el máximo de avales antes de que empiece la gran batalla del informe de gestión. Un debate que, por otra parte, será maratoniano y que podría prolongarse hasta la madrugada. Lo contrario sería una sorpresa, visto el orden del día del congreso.