Aunque ésta sea una historia contada por un aerotrastornado, no sólo es apta para adictos a la aviación y sus mitos y leyendas. Porque el Vultee V-1A, el avión español nacido en California cuya vida acaba de ser contada en libro por Julián Oller, reúne todos los ingredientes de una curiosa historia. Fue el primer avión de línea climatizado en toda la historia de la construcción aeronáutica y el primer aeroplano de pasajeros que incorporó a bordo una toilette (con inodoro, lavabo y agua fresca) e iba insonorizado. Todo ello, destaca Oller, "constituía un refinamiento extraordinariamente novedoso en su tiempo". Pero las anécdotas van más allá. Porque la historia de los Vultee V-1A se incardina en la Guerra Civil y algunos episodios clave ocurridos en la Comunitat Valenciana.

Conviene empezar por el principio: en 1933 se construyeron 27 unidades del Vultee V-1A en California, pero como un año después el Gobierno estadounidense prohibió que los aviones de un solo motor volaran de noche, se intentaron vender fuera del país. El mayor comprador fue el Gobierno de la II República, que, de los 27 construidos, adquirió 19 aparatos y el prototipo. "Por eso digo que fue un avión español construido en California", matiza el autor.

Aparte de dos aviones siniestrados en Estados Unidos -ya quedaban 25-, la mala suerte los persiguió. Los aviones comprados por el Ejecutivo de la República llegaron desmontados por barco vía Francia. En el país galo, en los hangares donde los estaban montando, dos aparatos fueron saboteados e incendiados por la extrema derecha francesa, que quería boicotear a la II República Española. Además, otros dos aeroplanos sufrieron sendos accidentes en Francia.

Pero el resto llegaron. Los trece aviones de la República fueron transformados en Alicante: de aviones de transporte fueron convertidos en aviones de bombardeo. Y entre las misiones de guerra que realizaron, una ha pasado a la historia. Ocurrió al norte de la Comunitat Valenciana.

Las tropas nacionales habían roto el frente y acababan de ocupar Vinaròs. Pensaban utilizar el puerto como la puerta de entrada para los refuerzos y el material procedente de Italia. Pero sólo ocho días después, al alba del 23 de abril de 1938, una escuadrilla con los cinco aviones Vultee V-1A controlados por el Ejército republicano despegó del aeródromo de La Senyera, situado junto a Quart de Poblet. Volaron hacia Vinaròs y bombardearon su puerto. Cada Vultee llevaba en su panza seis bombas de 75 kilos cada una. Y las soltaron.

Los estragos materiales que causaron fueron célebres: hundieron un barco de carga con bidones de gasolina, averiaron una fragata de la marina de guerra y hundieron otras embarcaciones menores. "De este modo, obstruyeron toda la dársena hasta dejarla inutilizada, de manera que las tropas franquistas ya no pudieron usar el puerto de Vinaròs hasta el final de la guerra. Eso supuso que los franquistas no pudieran abastecerse a través de este puerto. Tuvieron que seguir usando los puertos andaluces y los del Norte de España, y eso retardó la campaña de Cataluña", explica Julián Oller.

Los aviones ya estaban muy utilizados y hacia el final de la guerra se dedicaron a realizar patrullaje marítimo entre el cabo de Gata y el Cap de la Nau para comprobar que no había barcos ni submarinos del bando franquista por el Mediterráneo. Uno de los Vultee que quedaban al final de la guerra fue utilizado por dirigentes del Partido Comunista para salir huyendo de Elda y refugiarse en Orán.

Nueve de dichos aviones sobrevivieron a la Guerra Civil. El último Vultee V-1 A que conservaba España fue desballestado y transformado en chatarra en 1950. Sólo el Museo de Richmond (Virginia) conserva un ejemplar. En él aún palpita la historia española que ha recobrado Julián Oller, aerotrastornado valenciano y biógrafo de aviones.