Es uno "de los poquísimos supervivientes" de una guerra civil vivida desde dentro, desde el cuarto de máquinas del Ejército Popular de la República, ya que fue secretario de Miaja durante toda la contienda. Casado con la hija que el general tuvo en Alicante, tras la guerra se exilio en México junto a Miaja y su familia. En tierras aztecas, Fernando Rodríguez Miaja inició una nueva vida que con el tiempo le ha resultado floreciente, ya que encabeza uno de los grandes grupos de construcción mejicanos.

"Fui exiliado y ahora me considero exexiliado", reflexiona Fernando Rodríguez Miaja a sus 95 años, camino ya de los 96. Nacido en Oviedo, el 11 de agosto de 1917, y "fallecido ya Santiago Carrillo", es uno "de los poquísimos supervivientes" de una guerra civil vivida desde el cuarto de máquinas del Ejército Popular de la República y, particularmente, de la defensa de Madrid. Su segundo apellido lo delata y cuatro son sus fortísimos vínculos con el general José Miaja Menant (Oviedo, 1878-México DF, 1958), que pasó a la historia como el "defensor de Madrid".

El primero de tales vínculos es el de haber sido sobrino carnal de José Miaja. El segundo, haber contraído matrimonio con una hija del general, Pepita Miaja (Alicante, 1921-México DF, 2011). Tercero, haber sido secretario de su tío durante la guerra; y cuarto, haberse exiliado en México junto con el general y su familia al final de la contienda. Durante la defensa de Madrid presenciará las malas relaciones de su tío con Largo Caballero, el "Lenin español".

Militar africanista. "Yo nací en plena huelga revolucionaria de 1917, en agosto, y de ahí me debe de haber venido lo de izquierdista. El año en que yo vine al mundo, mi tío estaba destinado en Oviedo. Luego marchó a Melilla, así que fue "africanista". Ya como teniente coronel estuvo en Alicante, donde en 1921 nació su hija Pepita, que después sería mi esposa. Ella sólo vivió 40 días en Alicante, los de la cuarentena posparto. Para entonces se había producido el Desastre de Annual, en África, y a Miaja lo destinaron inmediatamente para allá. Mi mujer se crió en Melilla. Fue en Badajoz, donde ascendió a general. De ahí pasó a Madrid, a la I Brigada de Infantería, y después a la I División del Ejército de la República. Luego estalló la Guerra Civil".

Ministro de la Guerra. "Que detuvieran a su familia en Melilla, al comienzo de la Guerra Civil, afectó muchísimo a mi tío. Luego la intercambiaron por los parientes de un diputado carlista. La apresaron porque sabían que el general no se iba a sublevar, y en sus discursos por radio Queipo de Llano decía pestes de él a diario. Tiempo atrás, al final del Gobierno de Lerroux y Gil Robles, en 1935, a mi tío lo habían destinado de Madrid a Lérida, siendo Franco jefe del Estado Mayor del Ejército. Tras las elecciones de febrero de 1936, en las que ganó el Frente Popular, inmediatamente llamaron a Miaja a Madrid. El Gobierno manda entonces a Franco a Canarias, a Goded a Baleares, etcétera, a todos lejos de Madrid, aunque eso fue un error porque entregaron tropas a su mando. Fue un error terrible. Casares Quiroga dijo en el Parlamento, me acuerdo muy bien: "No he venido aquí a presidir una guerra civil", y fue cierto porque dimitió tras el 18 de julio. Al general Miaja lo nombraron ministro de la Guerra, en sustitución de Masquelet. Fue de modo provisional y durante unas 48 horas, en el Gobierno de Martínez Barrio". A continuación, le nombraron jefe de la Tercera División Orgánica, que estaba en Valencia y, luego, de la Primera División Orgánica de Madrid".

El Gobierno en Valencia. "El 6 de noviembre de 1936, sin avisar, el Gobierno de Largo Caballero decide irse a Valencia. Creo que el Gobierno tenía que salir de Madrid, pero lo tenía que haber hecho antes y de otro modo. Además, el Gobierno dejó dos sobres con las órdenes para los generales Miaja y Pozas, pero para que los abrieran a la mañana siguiente. No me explico qué es lo que pensó el Gobierno para decir que no abrieran las cartas hasta entonces. Además, los sobres estaban cambiados, de modo que si Pozas, que mandaba el Ejército del Centro, se iba a su cuartel de Alcorcón y Miaja se iba al suyo de Madrid, al día siguiente se hubieran encontrado cada uno con las órdenes del otro. Entonces, ¿qué hubieran hecho? Pero, por suerte, los abrieron aquella misma noche, cuando estaban reunidos, y pudieron tomar medidas. De lo contrario, tal vez hubiera caído Madrid".

El puente de los franceses. Las tropas nacionales venían de Talavera de la Reina. Se conoció su orden de batalla porque la encontraron en el cadáver de un oficial que iba en un tanque. Iban a cruzar el Manzanares por el Puente de los Franceses, por la pradería de San Isidro. Se proponían amagar allí, con objeto de que la República mandara sus fuerzas a detenerlos en ese punto, pero entonces se desviaban hacia la Casa de Campo para entrar desde la Ciudad Universitaria. Al hallar esa orden en el cadáver, el problema era saber si se trataba de un engaño, pero el general Miaja dijo que había que tomar aquello como cierto y fue una de las decisiones buenas que tomó. Entonces enviaron una pequeña fuerza para detener a los que venían como si fueran a cruzar el río, pero al grueso de las fuerzas lo enviaron a la terrible batalla de la Ciudad Universitaria".

El "Lenin español". "El Ejército de la República se había entendido mal con el Gobierno, muy mal. Largo Caballero fue nefasto ya desde la salida a Valencia, en 1936. La primera noticia que hubo es que mandaron pedir la vajilla de la Presidencia y el general Miaja dijo: "Que venga él a buscarla". Largo Caballero, al que llamaban el "Lenin español", acabó peleado a muerte con los comunistas y apoyándose en los anarquistas. Era un antifascista terrible, de eso no hay duda, pero obstinado. Con motivo de la pretendida ofensiva sobre Extremadura, Miaja y Rojo dicen que es un error, que pueden perder Madrid a causa de esa operación. Azaña cuenta en sus diarios cómo Largo le dijo que quería destituir a Miaja y le respondió que pensase en lo que iba a pasar porque la gente y el Ejército lo adoraban".