Son pocos y la mayoría se encuentran en municipios pequeños, pero, sin embargo, son a menudo motivo de conflicto entre ayuntamientos e iglesia. Los cementerios parroquiales sobreviven pese al dominio de los composantos municipales. El reciente enfrentamiento entre el párroco de Beniparrell con algunos de los vecinos de la localidad evidencia una situación anómala en la que queda patente el distanciamiento entre la esfera civil y la religiosa.

l´horta, vecinos y alcaldes piden el relevo del cura de Beniparrell

El cementerio parroquial de Beniparrell, el lugar más visitado del municipio a lo largo de este puente, se ha convertido en el campo de batalla del conflicto que desde hace meses enfrenta al sacerdote con los vecinos. La titularidad del camposanto sigue siendo del arzobispado, aunque el mantenimiento corre a cargo de los vecinos y del ayuntamiento, que colabora con una subvención anual. Sin embargo, poco tienen que decir sobre la gestión del recinto mortuorio, puesto que esa responsabilidad corresponde exclusivamente al sacerdote. Y ese es el problema en Beniparrell.

El párroco pidió a principios de año una derrama extraordinaria para la remodelación de parte del camposanto, pero los feligreses se negaron. Los fieles exigían una garantía de que el dinero se destinaba a las obras y, al ver que la confirmación no llegaba, muchos optaron por no pagar. El cura colgó entonces la deuda de cada familia de los nichos que no habían pagado las cuotas y, este mes de octubre, anunció incluso que no se rezaría por aquellos difuntos cuyas familias no hubieran satisfecho los recibos.

La situación ha llegado a ser tan tensa que algunos vecinos de Beniparrell y Albal (también es párroco de la Iglesia albarenca de San Carlos Borromeo) pusieron en marcha una campaña de recogida de firmas en contra del sacerdote. El alcalde de Albal, el socialista Ramón Marí, incluso llegó a reclamar al arzobispado que relevase al cura. El mandatario de Beniparrell, el popular Vicente Hernandis, también se reunió con el arzobispo Carlos Osoro para pedirle «una solución». De momento, el sacerdote continúa al frente de ambas parroquias.

Pero la singular situación del cementerio de Beniparrell no es exclusiva. En Quart de Poblet, el camposanto también refleja a la perfección el distanciamiento entre la esfera civil y la religiosa, tanto que allí hay dos recintos mortuorios: el parroquial o viejo, que data de 1911 y considerado por los vecinos el «verdadero cementerio de Quart», y el municipal, construido hace muy pocos años al otro lado de la A-3. El primero alberga entre sus muros buena parte de la historia local del último siglo (fosas comunes de fusilados de guerra, personajes ilustres, etc), mientras que el segundo apenas ha echado a andar.

Valencia, cuotas anuales de entre 7 y 10 euros para sufragar los gastos

La ciudad de Valencia cuenta con cuatro cementerios parroquiales. El más populoso de todos ellos se encuentra en Benimaclet, propiedad de la iglesia de Ntra. Sra. De la Asunción y dirigido a los habitantes del barrio y sus familiares.

El histórico «Fossar» de Benimaclet, en el Camino de las Fuentes, está regentado por el sacerdote José Antonio Varela, quien el pasado mes de enero aprobó un incremento de la cuota anual por nicho. El precio por una tumba pasó de 6 a 7,50 euros anuales, justo después de la subida del IVA que implantó el Gobierno. Con estos ingresos, según Varela, se cubre el mantenimiento básico del camposanto. En las últimas semanas, el cementerio ha inaugurado un nuevo panteón dedicado a todos los capellanes que hayan mantenido algún tipo de vínculo con el barrio.

Los otros tres cementerios parroquiales de la ciudad se distribuyen entre las pedanías de Benifaraig, Carpesa y Borbotó. Los párrocos encargados de la gestión de los tres recintos han impuesto en los últimos años una cuota anual que oscila entre los 7 los 10 euros, con el fin de sufragar los gastos mínimos que se desprenden del mantenimiento de las instalaciones. En estos casos, las tumbas pueden ser ocupadas a perpetuidad por los vecinos de las pedanías, puesto que hasta la fecha, la demanda registrada no se considera excesiva

la safor, vecinos del barrio de Benipeixcar prefieren el antiguo cementerio

El cementerio parroquial de Benipeixcar es el paradigma de la vinculación emocional de los vecinos con su camposanto. Este barrio de Gandia quedó anexionado en 1965 tras un proceso que incluyó también el antiguo pueblo de Beniopa. En este último caso, su cementerio fue exhumado por completo y los restos trasladados al de la capital. Sin embargo, en Benipeixcar los vecinos se aferraron a su camposanto y siguieron enterrando a sus seres queridos en el mismo lugar en el que lo habían hecho durante años.

El cementerio parroquial es tan familiar que cada casa del distrito tiene un juego de llaves y son los propios vecinos quienes abren y cierran el cementerio cuando visitan a sus difuntos. Al año se celebran una media de cuatro o cinco entierros, asegura el sacerdote titular de la parroquia de Sant Cristófol, a la que pertenece el camposanto.

La limpieza y el mantenimiento corren a cargo de la iglesia, aunque la implicación de los vecinos es tal que son ellos mismos los que, «de forma voluntaria», ponen a punto todas las tumbas para el Día de Todos los Santos. «Los que tienen familiares aquí son los más implicados en su mantenimiento», señala el párroco.

Castelló, la alcaldesa de Les Alqueries y el expárroco llegan a los tribunales

Les Alqueries es una de la pocas poblaciones en la provincia de Castelló con un cementerio cuya titularidad es de la parroquia, que se hace cargo del mantenimiento del camposanto y de los servicios de enterrador. En la actualidad, el ayuntamiento y el párroco disfrutan de una excelente relación, no siempre fue así. En 2005, la alcaldesa, Consuelo Sanz, y el cura de entonces, José Navarro, protagonizaron un duro enfrentamiento que ha terminado en los tribunales. La mandataria socialista se sentará en el banquillopor un presunto delito contra la administración pública, otro de prevaricación, una falta de injurias y una falta de amenazas.

El cura acusó a la alcaldesa de adoptar medidas «encaminadas a perjudicarle» como la paralización de la obra que la parroquia estaba ejecutando en el cementerio de su propiedad por presuntos problemas en la licencia. El largo periplo judicial protagonizado por ambos terminará con un juicio para este mes de noviembre.

En Jérica, la junta rectora de la iglesia, junto con el párroco de la localidad, son los encargados de gestionar el mantenimiento del cementerio a través de fondos eclesiásticos y donaciones de feligreses. Segorbe cuenta con un cementerio de titularidad municipal desde tiempos inmemoriales con enterramientos de personajes ilustres segorbinos como, por ejemplo el Botánico Carlos Pau.

La marina, el Cementeri dels Anglesosde Dénia sigue en el olvido

El camposanto más mágico y bello de la Marina Alta no tiene muertos. Es el Cementeri dels Anglesos y casi nadie lo conoce. El ayuntamiento «olvidó» proteger estos terrenos del litoral de la Marineta Cassiana y los mantuvo como urbanizables. El Ministerio de Medio Ambiente también «olvidó» en agosto de 2011 que quería recuperar este antiguo camposanto para el dominio público. Desistió entonces del proceso, que inició en 2007, para expropiar el Cementeri dels Anglesos. Tras los muros de esta necrópolis, donde en la segunda mitad del XIX la colonia británica de Dénia enterraba a sus muertos, todo es maleza. Nada más entrar, está el monolito de la familia Rankin, que llegó a Dénia desde Terranova. Tras perder Dénia el consulado británico (el negocio de la pasa se hundió a principios del siglo XX), se desenterró a los muertos y se trasladó sus restos a los cementerios protestantes de Valencia y Barcelona. En el cementerio municipal está enterrado Anton Galler, un criminal nazi que, en la II Guerra Mundial, comandó el batallón que mató en Santa Ana (Italia) a 400 civiles. Y los falangistas acuden a este camposanto a la tumba de Manuel Hedilla, que fue segundo jefe de la Falange de las Jons.

la Ribera, Corbera habilita la «sala de la pau» en el camposanto

En la Ribera Baixa ya no queda ningún cementerio parroquial; todos son municipales y tampoco existe ninguno de carácter civil. Sin embargo, en los últimos años se ha abierto el camino a la aprobación de normativas que regulan la celebración de entierros civiles y se han habilitado espacios para aquellos que deseen unas exequias fúnebres al margen de la iglesia. Precisamente, con motivo de la festividad de Todos los Santos de este año, el Ayuntamiento de Corbera acaba de abrir en el camposanto la denominada «Sala de la pau». En ella se puede celebrar un entierro, despedir el duelo o dirigir unas palabras en recuerdo del difunto.

En Almussafes, donde el consistorio aprobó a finales de 2011 un innovador reglamento de ritos laicos en el que se contempla la posibilidad de celebrar despedidas de la comunidad, hasta la fecha ningún vecino se ha acogido a esta posibilidad. Ante la falta de un espacio específico para ello, la normativa municipal permite incluso que los entierros puedan tener lugar en el Salón de Plenos y el Centro Cultural, con un aforo este último para 450 personas.

Camp de Morvedre, el enterrador de Albalat está acusado de profanar tumbas

El Camp de Morvedre cuenta con varios cementerios parroquiales, pero el que más ha dado de qué hablar en los últimos años ha sido de Albalat dels Tarongers. En febrero de este año, su enterrador fue detenido como sospechoso de profanar de tumbas. Aquel caso desvelado por Levante-EMV puso de relieve que la parroquia no tenía contratado al operario y que él, disconforme con esa situación, había presionado para lograr su objetivo y, entre otras cosas, grabó un «desagradable» vídeo, en palabras del alcalde, que además amenazaba con difundir por internet. El camposanto de Estivella también es parroquial, como quedó claro tras un litigio judicial después de que el ayuntamiento reclamara la propiedad.

En Gilet y Quartell, los vecinos tampoco pagan tasa de cementerio al ayuntamiento porque es con la parroquia con la que tienen que hablar en estos casos.