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Carlos Ballesteros, profesor y experto en consumo ético

«Cada euro tuyo es un voto diario: tú decides qué sociedad quieres»

"Si compro un móvil con coltán del Congo que financia a señores de la guerra, soy cómplice de lo que me escandaliza"

Ballesteros, con su Fair Phone de comercio justo (340 euros), ayer. levante-emv

El profesor Carlos Ballesteros diserta hoy sobre las implicaciones locales del consumo responsable en una jornada sobre «Compra pública ética. Acciones locales para el cambio global» que organiza la Coordinadora Valenciana de ONGD en el Centro Cultural de la Beneficencia (9.30-14.30 h.).

Predica la compra pública ética en la tierra de los sobrecostes. ¿Terreno hostil o abonado?

Espero que abonado, precisamente por esa necesidad de regenerar la vida pública. La ciudadanía está con ganas de cambio.

¿Qué es la compra pública ética?

Consiste en introducir criterios sociales y ecológicos en los contratos públicos. En el discurso público predomina la búsqueda del interés general y la mejora social, y se trata de trasladar esa filosofía a las cláusulas de los contratos de las compras que realizan las Administraciones públicas. Que en vez de fiarlo todo al criterio económico contratar al más barato, se introduzcan cláusulas positivas que favorezcan contratar a quien, por ejemplo, no sólo no daña el medio ambiente sino que potencia las energías limpias y renovables, o a quien no sólo no usa mano de obra infantil sino que además contrata a personas en riesgo de exclusión, maltratadas, expresidiarios? Hay que favorecer esas contrataciones. Porque en las compras de cada día se ven tus ideales y tus valores.

Dele cuatro razones a un alcalde con las arcas medio vacías para que compre de forma ética.

Primero, los concursos públicos van al más barato y luego aparecen los sobrecostes. Segundo, hay que desmontar el mito de que lo social es más caro porque no es más que un precio digno ajustado a la realidad. Tercero, da coherencia al discurso de una Administración al acompañar palabras con hechos. Y cuarto, el dinero que gastará en un proveedor que fabrique sus suministros con personas en riesgo de exclusión, a medio plazo se lo ahorrará en medidas de atención social y de fomento del empleo en esas mismas personas. Además, si se lo da a una multinacional, ¿qué beneficio queda en el territorio? Cuando una familia quiere consumir de forma responsable y compra el café más caro, se lo quitará de oro sitio. Pero hay que poner el dinero donde están las prioridades ideológicas.

Porque la prioridad no es únicamente el dinero.

Así es.

Cuando se compra sin mirar esa letra pequeña, desde las instituciones o de forma personal, ¿uno es cómplice de barbaries?

Absolutamente. Yo lo llamo el opresor inconsciente. Si uno no se informa es cómplice de muchas barbaries. Por ejemplo: si compro un móvil y está hecho con coltán que ha venido del Congo y ha financiado a los señores de la guerra, estoy siendo cómplice de esa situación del Congo que luego me escandaliza cuando veo la televisión.

Por curiosidad, ¿dónde ha comprado usted su móvil?

Yo tengo un móvil de comercio justo que se llama Fair Phone [Teléfono Justo, en inglés], de una fundación holandesa que lo hizo a través de micromecenazgo y que compra el coltán a unos cooperativistas del Congo con mujeres empoderadas y criterios de comercio justo. Cuesta 340 euros.

Y a usted le llena más que el mejor iPhone.

Bueno? es que el consumo no es sólo de cosas, sino también de significados. Aparte de que el teléfono me permite llamar, también me permite construir mi identidad y me ayuda a ser feliz. Porque considero que mi felicidad no puede ser plena si no son felices los demás. No estoy siendo cómplice u opresor de lo que decíamos antes.

¿Y comportarse con esa coherencia en todas las compras no es muy cansado?

La coherencia es lo que permite darte la tranquilidad de poder dormir por las noches sabiendo que has actuado de forma alineada con lo que piensas. Siempre te tomas una Coca-Cola y cometes incoherencias, pero al menos tienes clara la meta y el camino a seguir. Además, otras metas vitales también son cansadas. Yo, como estamos en una sociedad de consumo y de eso no me puedo abstraer, al menos busco la coherencia entre lo que pienso y lo que consumo. Es una militancia. Y sí: la compra ética cansa, pero compensa. El euro que yo tengo en el bolsillo es un voto más, Y en vez de serlo cada cuatro años, es cada día. ¿Qué modelo social, económico y de relaciones estoy fomentando? Para mí es una compra ideológica, una compra alineada con mis creencias. Es una revolución incruenta.

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