Más de 3.000 bandas gástricas implantó el cirujano Vicente Dolz durante el período en el que esta técnica era de uso común en España, aproximadamente desde el año 2000 hasta su inhabilitación, en 2012. De todas ellas, se calcula que alrededor de un 5 % han acarreado complicaciones para los pacientes, según indica a Levante-EMV el doctor Miguel Ángel Escartí, uno de los cirujanos digestivos que se está haciendo cargo de la cartera de pacientes que Dolz dejó cuando tuvo que abandonar el ejercicio médico.

«De pacientes procedentes del doctor Dolz he retirado la banda aproximadamente a unos 25», señala. «Otros tres cirujanos de esta especialidad en Valencia están retirando más o menos el mismo número», añade el cirujano desde su consulta. Escartí, sin embargo, descarta que las decenas de casos de personas intervenidas con graves problemas en su salud que se están produciendo y que está dando a conocer este periódico se deban a una mala praxis o a un defecto de los anillos gástricos. «El doctor Dolz operaba con la mejor técnica y el mejor material del mundo que existía en ese momento», sentencia.

«Esta técnica la utilizábamos solo unos pocos en Valencia, pero hace ya cerca de tres años que no se practica más porque la medicina ha evolucionado. Esto siempre es así. Sin embargo, en el resto de Europa y en Estados Unidos es muy común», expone Escartí. «De aquí a siete u ocho años seguro que sale otra técnica que mejora a las que estamos usando ahora», añade. El cirujano bariátrico aclara que «es normal» que haya este porcentaje de afectados. «La cuestión es que mientras yo, por ejemplo, operé a 580 y se la he tenido que retirar a 23, él (Dolz) las implantó en más de 3.000 personas».

Falta de seguimiento

«El doctor Dolz era muy profesional, el amo de las bandas gástricas en Europa. Acudía gente de todo el mundo para aprender de él. Lo único que, tal vez, se le puede reprochar es falta de seguimiento a medio plazo de sus pacientes. Los intervenidos pedían mayor control», declara Escartí.

En este sentido, el cirujano explica que es necesario acudir periódicamente a revisiones, no solo durante el posoperatorio. «Lo cierto es que la gente no acude a estas visitas, o bien por la crisis (cuesta 180 euros una radiografía) o bien porque no tienen molestias. Vienen a la consulta cuando ya se encuentran mal», lamenta. «A mi me tocaría visitar a 1.500 personas de Dolz pero solo han venido 200».

Por otra parte, tras rechazar completamente la hipótesis de que Dolz implantara mal los anillos o que el material estuviera defectuoso, el doctor Escartí apunta la posibilidad de que las complicaciones se producen debido a los malos hábitos dietéticos de los pacientes. «Los operados tienen que comer en pequeñas dosis y en seco, sin beber. Eso se les deja claro el primer día. La mayoría de desplazamientos de anilla se producen porque lo incumplen. Se pegan atracones», relata el doctor, mientras señala una radiografía en su ordenador.

La publicación de los casos ha despertado una oleada de llamadas a su consulta. «Lo primero que pregunto es si tienen dolor, disfagia (ahogamiento) o reflujo. Si no tienen nada de eso no tienen porqué preocuparse. Pero ahora muchos se quieren quitar la anilla de todas formas», explica Escartí.

Según ha analizado en sus pacientes con problemas con esta anilla de silicona y puerto de titanio, la disfagia se produce en un 82 % de los casos, un 56 % tiene dolor y un 47% reflujo. De las 580 bandas que ha implantado, ha terminado retirando 143 por pérdida insuficiente de peso.

Respuesta de Sanidad

A preguntas de este periódico, la Conselleria de Sanidad explicó que «cabe señalar que se trata de intervenciones realizadas de forma particular en clínicas privadas». En este sentido, fuentes de la administración indicaron que «este tipo de producto sanitario tiene que ir provisto de marcado CE para su comercialización en Europa y debe haber sido inscrito en el registro de responsables de la comercialización de productos sanitarios que gestiona la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps): hasta la fecha, no existe ninguna notificación al sistema de vigilancia de productos sanitarios autonómico, ni a nivel nacional, según información de la Aemps».

En cuanto a si el sistema sanitario público se hará cargo de las posibles intervenciones que requieran los pacientes, Sanidad manifiesta que «se seguirán los criterios aplicables a cualquier otro problema de salud; los pacientes afectados serán atendidos con los mismos criterios de acceso al sistema que el resto de beneficiarios».