En un año especialmente aciago en cuanto a incendios forestales se refiere (la Comunitat Valenciana ha registrado en lo que va de ejercicio 414 fuegos que han afectado a un total de 1.285,68 hectáreas), parece que una de las medidas que puede ayudar a controlar estos siniestros empieza a ver la luz. Se trata del proyecto de la Diputación de Valencia para crear parcelas experimentales con cipreses que sirvan de cortafuegos, del que ya informó Levante-EMV hace ahora un año.

Unas 10.000 coníferas, de 68 variedades de ciprés mediterráneo diferentes, se encuentran en estos momentos en un vivero de Torrent a la espera de ser plantadas definitivamente en zonas donde puedan ser de utilidad. Pero el trayecto hasta llegar aquí no ha sido corto, precisamente. «Estas variedades provienen de los injertos que se hicieron a los cipreses 'madre' en la Toscana hace dos años», explica a este diario Bernabé Moya, responsable del departamento de Árboles Monumentales de Imelsa, la empresa pública de la Diputación que lleva el proyecto.

La colaboración con científicos italianos, mediante el programa europeo CypFire, ha sido crucial para llegar hasta este punto. «Gracias a sus estudios hemos podido aprovechar toda esa información y aplicarla en estos cipreses. Se trata de cuatro décadas de investigación científica hecha realidad», indicó Bernabé Moya.

Tras la creación en laboratorio de Italia de los cipreses «perfectos» para servir de cortafuegos, y de que se hayan podido injertar en distintas variedades, el proceso de aclimatación en el que se encuentran ahora es vital. Los 10.000 cipreses fueron trasladados a Valencia hará cerca de 10 meses y durante este otoño los científicos y demás técnicos de Imelsa trabajarán para estudiar en qué zonas es más convenientes plantarlos.

De manera aproximada y contando con la adquisición de las variedades a Italia, quien las ha producido pero quien ha aportado los resultados científicos de manera altruista en el marco de esta colaboración, la Diputación de Valencia aportará cerca de 200.000 euros. La corporación utilizará superficies de su propiedad para tal fin, indicó Moya.

Zonas devastada por el fuego

Las indagaciones acerca del entorno y de los terrenos adecuados para plantar estas coníferas se están circunscribiendo a tres comarcas: los Serranos, donde tuvo lugar uno de los incendios más devastadores de los últimos años, el de Andilla en 2012; l'Horta, donde se encuentran «las condiciones ideales» para estos cipreses; y Requena-Utiel, una zona mixta entre masa forestal y cultivo.

En el primer caso, los científicos quieren comprobar cómo se comportan los cipreses en suelos previamente muy castigados. «Además de constituir una de las herramientas que por ahora han mostrado algún resultado frente a incendios, también conserva la biodiversidad», por lo que su plantación en zonas quemadas podría ser muy útil. En cuanto a su plantación en l'Horta, responde a una necesidad de preservar las variedades que tanto esfuerzo e inversión han costado. «Aquí las podemos regar, fertilizar, etc», indica el responsable. Por último, con su plantación en Requena se pretende obtener un muestrario, una representación de las distintas aplicaciones que podría aportar el ciprés ante un fuego. «Por ejemplo en un barranco, como tapón», señala Moya.

Todos estos avances, pendientes ahora de su última fase, la de comprobación (aunque ya se vio en el incendio de Jérica con la famosa ilustración de un entorno calcinado y un oasis verde de cipreses en el centro), no hubieran sido posibles sin el proyecto CypFire, que ahora se integrará en el programa MED de la Unión Europea. El «Medland 2020» trasladará los resultados y aplicaciones a la gestión de las áreas naturales y en respuesta ante la amenaza de los riesgos ambientales en la región mediterránea. En la Toscana se van a empezar a plantar también cipreses, señaló el mismo Moya. Además, a mediados del próximo mes se expondrán todos estos resultados en una conferencia internacional en Marsella.