Mientra el Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat Valenciana ponen en marcha sus respectivos registros para unificar la oleada de ayuda solidaria que colapsa las centralistas desde hace una semana, ambas Administraciones buscan qué espacios públicos serían los más adecuados para albergar a los desplazados que llegarán. Y no está resultando tarea fácil.

El alcalde de Valencia, Joan Ribó, aseguró ayer que el ayuntamiento no dispone de «instalaciones suficientes para poder acoger a los exiliados». «Hemos revisado las propiedades municipales y diversos pisos, y aunque aún estamos hablando con Aumsa (empresa municipal) y viendo algunas opciones estamos comprobando que no disponemos de lugares adecuados», explicó Ribó. La concejala de Desarrollo Humano, Consol Castillo, recalcó entonces que la Generalitat «sí dispone de algunas instalaciones en la ciudad y estamos trabajando en esa línea». Ahora bien, edificios como la antigua Fe o el colegio mayor Luis Vives cuentan con informes que muestran graves deficiencias estructurales por lo que quedan, en principio, descartados.

Aún así, la vicepresidenta del Consell, Mònica Oltra, ya anunció la semana pasada la existencia de 300 camas —en distintos albergues juveniles de la Comunitat Valenciana— y una partida de más de 600.000 euros «para acoger ya a refugiados», mientras los técnicos siguen trabajando en la búsqueda de un emplazamiento adecuado para aumentar el número de plazas.

El Ayuntamiento de Valencia, por su parte, se ha centrado en diseñar un plan de acogida para los refugiados centrado en tres partes: recepción, sensibilización e inclusión. «La recepción debe ser una gran cosa social que tiene que dar calor a las personas que vienen de un drama tan grande. Por ello, la corporación municipal contará con organizaciones como ACNUR o Cruz Roja porque son los que saben y los que pueden marcar la hoja de ruta», explicó la concejala de Desarrollo Humano, Consol Castillo. La segunda fase del plan de acogida será la sensibilización que ha de complementarse con la «solidaridad espontánea de la sociedad». «Tenemos que concienciar que es una cosa de todos», añadió. Por último, Castillo apuntó a la «inclusión» como la tercera fase. «Hay que normalizar la situación de las personas que vengan y se han de sentir incluídos», concluyó al edil de Compromís.