«Cuando veo las imágenes de los bombardeos en Siria se me abren las carnes», explica Fernando. Este maestro de escuela sostiene que quiso ceder su casa movido por el recuerdo de su padre. «Fue un represaliado del franquismo al que una bomba dejó con las manos amputadas y ciego. ¿Te imaginas? Mis primeros recuerdos de infancia eran sangre y más sangre». Por eso confiesa que se quedó muy chafado cuando rechazaron su ayuda. «Vinieron a casa y estuvieron viéndola. Me dijeron que estaba perfecta y que sólo habría que traer colchones dependiendo del número de personas acogidas». Días más tarde, añade, «me llamaron diciendo que según los técnicos no pasaba la norma por la falta de ascensor». pino alberola alicante