Superar los 658.612 votos obtenidos en las autonómicas del pasado 24 de mayo. Este es el objetivo que se ha marcado la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, de cara a las generales de diciembre. La cifra está muy por debajo (la mitad) de los 1.390. 000 votos logrados hace cuatro años, un resultado que permitió a los populares hacerse con veinte escaños en el Congreso. La propia Bonig admitió ayer que repetir los resultados de 2011 es poco realista, y asumió que su partido ha sufrido un desgaste tanto a nivel nacional, como autonómico. Ahora bien, está dispuesta a dar la batalla y su primera pelea está puesta en las listas.

Con estas previsiones encima de la mesa, no es de extrañar que la tensión en el PP valenciano en torno a las listas sea cada vez mayor. El PPCV espera «instrucciones» de la calle Génova, que escuchará a la organización valenciana, pero tendrá la última palabra en los cabezas de cartel. Las primeras plazas, no sólo en la Comunitat Valenciana, están en principio, reservadas para los ministros.

En el caso de Valencia el primer puesto será, salvo sorpresas, para el ministro José Manuel García Margallo, mientras que sigue abierta la incógnita de quién encabezará Alicante. Diversas fuentes aseguraron ayer a este diario, que la dirección provincial ha ofrecido este puesto al vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado. Casado no tiene vinculación personal con la provincia más allá de que su mujer es natural de Elx. No obstante, para los populares valencianos que sea cunero es lo de menos, ya que su imagen encaja con la idea de renovación. Casado, que ya fue paracaidista en las listas por Ávila en 2011, habría valorado la oferta, pero algunas fuentes sostienen que ya la ha declinado. Con todo, el portavoz del PP tiene previsto participar este sábado en Alicante en un acto.

Si falla la opción de Casado, José Císcar, que apuesta por la renovación, tiene otro as en la manga. El barón provincial apuesta por alguien de la provincia de Alicante, pero nuevo en las listas. En los últimos días también se ha elucubrado con la posibilidad de que el ministro de Justicia, Rafael Catalá, aterrice como paracaidista en Alicante, pero esta opción es rechazada de plano por el PPCV. El problema no es sólo que Catalá no tenga vinculación con Alicante, sino que existe el convencimiento de que la única manera de poner freno a la sangría de votos es cambiando las caras. Dirigentes con peso en el PPCV creen que tener ministros como cabeza de cartel resta más que suma. Otro veterano que pelea por estar en puesto de salida es el exconseller Gerardo Camps.

Todo apunta que Bonig, cuya apuesta es la alcaldesa de Alzira, Elena Bastidas, tendrá que asumir a Margallo, pero presiona para no ser invitada de piedra en este proceso. Es más, Bonig quiere tener protagonismo activo en la campaña y compartir cartel con los candidatos, algo que es más fácil si el uno es de perfil bajo y sin agenda propia.