El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, salió ayer «moderadamente satisfecho» de la primera entrevista que, durante casi hora y cuarto, mantuvo con Mariano Rajoy en la Moncloa y en la que le planteó las mismas exigencias que antes formuló desde las Corts o en el discurso del Nou d´Octubre. En esencia, que se ponga fin a la discriminación histórica de los valencianos en la financiación e inversiones del Estado. Puig salió esperanzado porque sacó poco, pero no se esperaba nada. Rajoy sólo adquirió un compromiso «claro», a decir del valenciano: desbloquear en el «menor plazo» el envío de 1.380 millones de los créditos de rescate que deberían haber sido ya remitidos en junio y servirán para pagar facturas de 2014, el «déficit» herencia del anterior Consell, subrayó el socialista.

Casualidad o no, justo ayer, Cristóbal Montoro remitió los formularios a la Conselleria de Hacienda para pedir el FLA pendiente. El dinero «se espera desde junio» y «por eso no podemos pagar a proveedores y estamos en una situación límite de tesorería», lamentó el jefe del Consell. Y eso que la Comunitat Valenciana ahora «no es especialmente malgastadora», defendió. Para ilustrar este extremo aportó el dato de que el Consell gasta en servicios públicos 125 euros menos por habitante que la media española. No hay más, vino a admitir. La palabra dada de solventar estos fondos del rescate pendientes fue el único compromiso de Rajoy, junto con una predisposición a hacer posible que la Generalitat pueda trasladar a 1.100 refugiados en el barco que Baleària puso a disposición del Consell para una operación que el Gobierno frenó en seco.

Pero en casa del pobre se celebra un mínimo resquicio de esperanza. Y la valenciana es una autonomía pobre. Lo quiso subrayar Puig antes de la entrevista, incluso con reparto de gráficos. «La única comunidad pobre que paga como una rica», rezaba el titular de uno de los cuadros de balanzas fiscales.

El jefe del Consell solicitó que se arbitre un mecanismo transitorio de financiación que permita que se cumpla la Constitución y la Lofca al garantizar recursos suficientes en plano de igualdad con otras comunidades. Hay un «agujero negro» „avalado por los propios estudios del Ministerio de Hacienda y reconocido por Rajoy„ y Puig quiere que se tape provisionalmente con unos 1.300 millones que se harían llegar como fondos transitorios hasta la reforma del modelo. Un dinero que ya ha sido contemplado por el Consell para cuadrar los presupuestos de 2016. «Dice que se va estudiar», fue la interpretación de Puig sobre la respuesta que le dio Rajoy a esta reivindicación clave.

No se mejoran las inversiones

Tampoco la expedición valenciana a la Moncloa regresó a Valencia con promesas concretas de mejora de las inversiones del Estado (176 euros por habitante frente a 237 de media) y, por supuesto, menos aún fecha y calendarios „«no ha habido compromiso verbalizado», subrayó Puig, que tampoco lo esperaba„ de remedio a la discriminación histórica de los valencianos en el reparto de recursos.

Puig reiteró que el contexto electoral (con las Cortes disueltas y el Gobierno en funciones) es «complicado» para solventar la financiación, pero no ahorró optimismo: «espero que esta reunión, además de profundamente cordial, sea productiva», proclamó en modo diplomático. De hecho, apostó por la vía del diálogo y por aparcar de momento el recurso a los tribunales para exigir justicia financiera.

No son fechas para plantear una quita por la deuda histórica, que el Consell cifra en 12.433 millones entre 2002 y 2014. El inquilino del Palau recordó que el 61% de los más de 40.000 millones que debe la Generalitat es deuda contraída con el Estado. En ese punto admitió en Moncloa que un parte de esos números rojos responden al «despilfarro y fallos en la gestión». «Esa deuda la pagaremos los valencianos, pero el resto responde a la infrafinanciación», agregó. Ese desfase „en alusión a los casi 12.500 millones„ hace que el autogobierno «sea inviable». «Hasta el propio delegado del Gobierno ha pedido una quita», sentenció el presidente valenciano ante una sala de prensa abarrotada en la que la prensa de Madrid insistió en saber la posición de Puig sobre el conflicto catalán.

Le dieron pie a explicar que trasladó a Rajoy que el «problema de la unidad de España es la unión de los españoles en la igualdad, no en la uniformidad». «Porque no se trata por igual a todos los españoles», dijo, aunque los valencianos «hemos sido y seremos leales con España». Leales, pero «firmes en la defensa de los intereses de 5 millones de españoles que no son tratados con justicia y equidad», concluyó.