Tras seis meses de silencio, la exacaldesa de Valencia, Rita Barberá, regresó ayer a la escena política valenciana, si bien su vuelta fue un poco a medias. Barberá, que compareció en una rueda de prensa junto con los senadores valencianos del PP Marta Torrado, Susana Camarero y Pedro Agramunt, dejó claro a la primera pregunta de los periodistas que «solamente» hablaría del Senado (donde recaló al poco de dejar la alcaldía) y que, por mucho que le insistieran, no comentaría nada ni de los temas controvertidos como Noos o «Ritaleaks», ni de asuntos más domésticos de política autonómica o municipal. Solo hizo una excepción, para pronunciarse, al ser preguntada al respecto, sobre el liderazgo de la nueva presidenta del PPCV, Isabel Bonig: «Está poniendo las cosas en su sitio».

Con sus palabras, Barberá lanzaba un mensaje interno a los posible críticos de Bonig y venía oficializar su apadrinamiento a la nueva lideresa del PPCV. La exalcadesa promovió en su día que Bonig sucediera a Alberto Fabra al frente del partido, una operación bendecida por Génova.

Barberá nunca comulgó con Alberto Fabra y sus desencuentros respecto a la estrategia que debía llevar el partido fueron evidentes toda la legislatura pasada. Ahora, según Barberá, «las cosas vuelven a su sitio». La exalcaldesa se refirió de forma expresa a un idea muy repetida por Bonig de que el PPCV debía recuperar su «alma», es decir, volver a las esencias y no renegar de los principios.

Para Bonig está claro que los populares no deben tener complejos de estar en el centro-derecha ni en apostar por el discurso de las señas de identidad. No todos en el partido comparten esta línea, pero también es una realidad que los posibles referentes críticos están neutralizados. El contexto político, además, no invita a salirse de las directrices que ahora marca Bonig en alianza con los barones provinciales. Hasta el expresidente de la Generalitat aseguró el lunes en una entrevista a la Cadena Ser que apoyará a Bonig de cara al congreso regional, que sigue sin fecha.

Barberá no disimuló ayer a la hora de elogiar la labor de la presidenta popular: «Suma acierto tras acierto», indicó la senadora territorial.

Barberá, incluso atribuyó a ella la remontada electoral del 20N del PP en la Comunitat Valenciana. Indicó que los malos resultados de las autonómicas con Fabra, supusieron un duro golpe, pero Bonig «ha sabido levantar el ánimo» de la militancia. También la ve responsable de la recuperación del voto en la ciudad de Valencia en relación con los resultados obtenidos en las autonómicas de mayo.

Mucho más comedida fue a la hora de valorar la labor del grupo municipal y en concreto sobre el liderazgo de Alfonso Novo. «Es muy difícil colocar los mensajes a nivel mediático», se quejó Barberá, aunque aseguró que Novo estaba siendo muy claro en sus declaraciones.

Barberá se reprimió incluso cuando se le dio la oportunidad de pronunciarse sobre la gestión del alcalde de Valencia, Joan Ribó, o sobre el nuevo Consell. «No entro en ese ámbito, para eso está el grupo municipal y el autonómico», dijo la exalcaldesa, quien bien no quiere restar protagonismos a los suyos, bien prefiere seguir estando al margen de las cuitas domésticas. Y es que Barberá sabe que su gestión sigue en el punto de mira.

El escandalo de las facturas de la caja fija, conocidas como «Ritaleaks», por ejemplo. Pero la alcaldesa no quiso pronunciarse al respecto, ni tampoco sobre las recientes declaraciones del juez Castro sobre su postura sobre la imputación de ella misma y el expresidente Camps en el caso Noos. «No voy a hablar de determinados magistrados a los que otros han puesto en su sitio», indicó molesta. «Yo sólo soy testigo», manifestó. A la pregunta sobre «RitaLeaks», contestó: «¿Por qué no preguntan sobre Iran?», en alusión a las supuestas vinculaciones de Podemos con el régimen iraní.

Más suelta se mostró la exalcaldesa sobre los asuntos nacionales y en sus críticas al líder del PSOE, Pedro Sánchez. Lo acusó de querer «corregir las urnas» al ceder senadores y diputados a otros grupos «según crea conveniente» y se preguntó «a cambio de qué». «Tiene que asumir que ha perdido las elecciones», indicó.

Barberá tuvo palabras gruesas hacia el expresidente de Cataluña, Artur Mas, al que no citó expresamente, pero a él se refirió al asegurar que los únicos que corrigen las urnas son «los dictadores». «Corregir las urnas es un fraude de ley, además de muy peligroso», sentenció. Y por si alguien se lo recordaba, se adelantó al precisar que ella alcanzó la Alcaldía en 1991 gracias a un pacto con Unió Valenciana anunciado antes de la campaña electoral.

"Los valencianos sabían, desde antes de que empezara la campaña, que iríamos juntos a gobernar y el que tuviera un voto o un escaño más sería el alcalde, y eso es transparencia", ha defendido Barberá, quien ha asegurado que los votantes del PSOE en Castellón "no han votado para que vaya a ERC, seguro".

Ha considerado que España es "mucho más que cualquier ambición política o partidista", y se ha mostrado partidaria de reformar el reglamento del Senado para hacerlo "más ágil" y que sea "Cámara de primera lectura en aquellos temas relacionados con los aspectos autonómicos, como la financiación o los estatutos".