Un trabajo del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia relaciona el consumo abusivo de alcohol en la adolescencia con la predisposición de ser adicto en edad adulta y abre las posibilidad de desarrollar tratamientos que modulen el sistema neuroinmune para combatir estos efectos a largo plazo.

La investigación, que ha sido publicada en la revista especializada «Brain, Behavior and inmunity», ha sido realizada por el Laboratorio de Patología Celular y Molecular del Alcohol del CIPF, con Consuelo Guerri como investigadora principal, junto a Jorge Montesinos y María Pascual.

Los investigadores han podido descubrir los mecanismos moleculares en los déficit cognitivos a largo plazo relacionados con el consumo de alcohol en la adolescencia.

Consuelo Guerri asegura que los menores que empiezan a beber alcohol a los 12 años, tienen un 20 por ciento más de probabilidades en la edad adulta de ser adicto a esta sustancia, un porcentaje que en el caso de los jóvenes de 18 años disminuye al 15 % y cuando tienen 21 años, al 2 por ciento.

«Cuanto antes se empieza a beber alcohol más predisposición a la adicción hay en la edad adulta», afirma Guerri, que explica que en los adolescentes el cerebro es más plástico y tienen más desarrollada la zona de estímulos y mecanismos de placer que la prefrontal o de ejecución, que es la que controla la conducta y permite dirimir si una cosa es buena o mala.

Según los investigadores, la droga de la que más se abusa durante la adolescencia es el alcohol, y el 'botellón' o los «atracones» (consumo intensivo de alcohol) son los patrones de consumo más frecuentes.

Una de las consecuencias de este consumo abusivo es la falta de memoria y problemas en el aprendizaje o atención, y a largo plazo, el alto riesgo a desarrollar una dependencia al alcohol en la edad adulta.

En modelos animales, la investigación ha demostrado la importancia del sistema inmune en los síntomas a largo plazo del abuso del alcohol en la adolescencia. También ha constatado la vulnerabilidad del cerebro adolescente a los efectos neurotóxicos del etanol y sus consecuencias a largo plazo, como los déficit cognitivos y el aumento de la ansiedad y el riesgo al abuso del alcohol. Además, revela que un tratamiento que mimetiza el consumo en 'botellon' o 'atracón' en ratones adolescentes induce a una neuroinflamación, dañando la mielina y las sinapsis neuronales y causando disfunciones cognitivas en la edad adulta.

La investigadora explica que la neurotoxicidad por el alcohol es mayor en las mujeres que en los hombres y la misma cantidad de alcohol provoca más cambios en el cerebro femenino que el masculino.Indicado que el consumo de alcohol, incluso moderado, puede aumentar el riesgo de ciertos cánceres, y pone como ejemplo que la ingesta de 10 gramos (un vaso pequeño de alcohol) aumenta el riesgo de cáncer de mama en las mujeres.