Una avería y las obras del AVE confluyeron en la tarde del martes en la red ferroviaria entre Valencia y Castelló y alargaron los viajes en el servicio de cercanías hasta las cuatro horas. Ambas circunstancias derivaron en una tormenta perfecta en la línea férrea y causaron retrasos de 48 a 136 minutos, según Renfe, en cinco trenes de cercanías y tres de larga distancia que afectaron a más de 500 pasajeros.

«Salí de la estación de Valencia a las 18.25 horas y llegué a Castelló a las 22.15», afirmó un usuario de uno de los citados cercanías, cuyo trayecto habitual es de hora y cuarto. Los problemas se originaron por una avería cerca de las seis de la tarde, al parecer por un fallo en el sistema eléctrico, en un tren de cercanías que cubría el trayecto de Valencia a Castelló y que se quedó parado en la vía a la altura de Nules. Coincidió en un tramo, desde Almenara a Borriana, que esta semana es de vía única por las obras del tercer carril del AVE, con lo que el tránsito se vio ralentizado hasta que se reparó el tren defectuoso.

El convoy dañado registró el principal retraso y conectó con su destino (Castelló) con 136 minutos de dilación. Otros cuatro cercanías acumularon retrasos de entre 48 a 85 minutos, según fuentes de Renfe.

Por las obras del AVE en una de las dos vías, los pasajeros tuvieron que soportar que los trenes en los que viajaban permanecieran bloqueados durante un largo tiempo. También padecieron esta situación tres trenes de larga distancia, entre otros, un Euromed que realizaba el itinerario entre Valencia y Barcelona. La situación se normalizó entrada la noche.

Un solo carril

Desde Renfe estiman que a esa hora de la tarde podían encontrarse dentro de los ocho trenes implicados más de 500 pasajeros. El retardo habría sido mayor si se llega a producir la avería en una hora punta de la mañana, aunque cabe decir que coincidió en un momento de retorno de estudiantes y trabajadores.

Los problemas en el cercanías se suceden desde que en verano comenzó la construcción de las obras del tercer raíl. El Gobierno ha optado por esta opción -introduce el ancho europeo- al ser más barata que el proyecto original de la doble plataforma exclusiva para el AVE, pero no resuelve el déficit del tráfico ferroviario de mercancías ya que se solapa con el de viajeros.