El conseller de Hacienda, Vicent Soler, ha vuelto a desenterrar esta semana la posibilidad de gravar con un nuevo impuesto el alojamiento hotelero de la C. Valenciana. La implantación del nuevo impuesto agravaría el desequilibrio que existe en el alojamiento turístico. Cuatro de cada diez plazas de la provincia de Valencia escapa al control de la Administración y, por tanto, resultaría imposible aplicarles la tasa. Palo para los legales (hoteles) y almíbar para el alojamiento sumergido.

Las cuentas del Consell están bajo mínimos por el desorden económico de los últimos ejecutivos autonómicos del PP y el nuevo equipo del Palau se plantea obtener 30 millones de euros creando un tasa por alojamiento. Un impuesto de entre 0,5 y 2,5 euros, claramente impopular, y que en España sólo se aplica en Cataluña y Baleares (en las islas se aprobó hace dos semanas coincidiendo con la puesta de largo de un gobierno autonómico tricolor, como el que ocupa el Palau).

¿Consecuencias? En Baleares están por ver. En Cataluña no ha supuesto un grave impacto en la ocupación y las arcas reciben unos 40 millones al año con su tasa.

En el resto de España la tasa no existe y sólo Madrid especuló con aplicarla en la capital, algo que, de momento, ha quedado completamente descartado por la alcaldesa Carmena. En París o Milán también se aplica, pero cada escenario es diferente. Aventurar las consecuencias sobre el turismo valenciano es algo bastante difícil.

La Agencia Valenciana de Turismo tiene controlados 22.513 apartamentos con 102.749 plazas regladas, pero la realidad multiplica por cinco, hasta una oferta potencial de 500.000 plaza susceptibles de alquiler a lo largo del año en unos 125.000 apartamentos que no están registrados en Turismo.

En municipios de la provincia de Valencia se estiman que hay cerca de 15.000 plazas. Así lo certifica un informe del lobby Exceltur. En la capital de la provincia se contabilizan un total de 37.654 plazas (hoteles, apartamentos, hostales y cámpings) de las el 39% (14.997) escapan al control de la Generalitat.

En el verano de 2015, la elección de este tipo de alojamiento creció en relación a 2014, lo que, sin embargo, no se tradujo, además, en turistas nuevos, ya que los apartamentos y viviendas de este tipo absorben una parte de los visitantes que, de no existir, seguirían acudiendo a las plazas regladas, las que sostienen más empleo y, por ejemplo, ingresos al Estado.