Terceras elecciones y/o congreso regional. Estos son los escenarios que la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, tiene encima de la mesa y en ambos casos, la estrategia es la misma: mantener el partido engrasado y, de paso, seguir ganado adhesiones internas para blindar su liderazgo. Definidos los objetivos, la responsable popular tiene ya planificada una trepidante agenda en clave interna que la llevará a todas las comarcas de la Comunitat Valenciana para mantener reuniones con la militancia y los responsables locales. Será, apuntan fuentes de la organización, la tercera ronda de contactos que Bonig mantendrá con los presidentes comarcales desde que se hizo con las riendas del partido. Se trata de reuniones que están sirviendo a la lideresa para reforzar un proyecto que, al menos de momento, carece de fisuras.

En más de una ocasión, Bonig ha sacado pecho por la cohesión existente dentro de la organización pese al revés sufrido en el último año. Los casos de corrupción, que han azotado al partido con la operación Taula como colofón, y la pérdida de prácticamente todo el poder institucional son motivos de peso suficientes para que el partido se hubiera abierto en canal. No le falta razón a la dirigente en esta reflexión. Y aunque Bonig tiene detractores en sus filas, es cierto que carece de alternativa creíble dentro del partido. Todo apunta a que cuando tenga lugar el congreso regional, saldrá reforzada. Ahora bien, la lideresa es consciente de que no es lo mismo salir elegida por la mínima o salir por la puerta grande con un porcentaje mayoritario de los votos. De ahí, que tiene previsto echar kilómetros.

Bonig no tendrá problemas en Castelló (su dominio natural) ni en Alicante donde tiene el respaldo de la dirección controlada por José Císcar. La provincia de Valencia es la más complicada, tanto por la situación peculiar de Valencia-ciudad, como por la crisis generada por la descomposición del rusismo.

Las diferencias con el barón provincial de Vicente Betoret podrían ser salvables, al menos así lo afirma el entorno de Bonig, que niega movimientos para desplazarlo de la dirección de la provincia. Ahora bien, tal como ha venido contando este diario, la semilla de la desconfianza está sembrada, al tiempo que sigue existiendo incertidumbre sobre la evolución del caso Taula y sobre si salpicará o no a Betoret.

La situación del cap i casal es el otro nubarrón que tiene encima Bonig. El pulso con los ediles imputados para que dejen el acta sigue sin resolverse. Génova tiene el expediente en un cajón en espera de una resolución judicial de apertura de juicio. El acuerdo con Ciudadanos para la investidura llevaba camino de desatascar el conflicto, pero el bucle en el que se encuentra la política general hace que este asunto ya no sea prioritario para la dirección nacional.

Además de ganar apoyos, el periplo de Isabel Bonig sirve también a la presidenta para tomar nota de la cantera con la que cuenta la organización. La presidenta regional, forjada en la política municipal, quiere abrir el partido a personas que se están destacando por su trabajo en los municipios. De hecho, Bonig tiene ya una lista en la cabeza de dirigentes locales que están haciendo un buen trabajo en los municipios, ya sea desde la oposición o desde el gobierno. Son candidatos a entrar en su nueva ejecutiva.

Con este panorama, Bonig se desplazó la pasada semana a Vila-real, Orihuela y Albaida. Fuentes del PP indicaron que la agenda se intensificará tras del debate de política general previsto para esta semana. A partir de ese momento, la presidenta de los populares valencianos echará el resto.

Pendientes de Madrid

Con todo, la situación nacional y las negociaciones para formar gobierno siguen siendo el elemento clave en la hoja de ruta, del PPCV y de todos los partidos. Tras la investidura fallida de Rajoy, el escenario de unas terceras elecciones se dibuja con más fuerza y Bonig quiere que, llegado el caso, el partido esté preparado para abordarlo. Cabe recordar que las últimas dos dos citas con las urnas han levantado la moral de un partido que estaba por los suelos tras las autonómicas.

La recuperación electoral en diciembre, consolidada en junio, ha hecho albergar serias esperanzas a los populares valencianos de volver a la Generalitat antes de lo previsto. La travesía en el desierto puede ser más corta de lo previsto. Desde la cúpula regional se subraya que la militancia ha evolucionado mucho en los últimos meses y que el clima de las reuniones en los distintos municipios ha experimentado un gran cambio.

«Hay mucho más optimismo y se ha pasado de los lamentos a trabajar ya por los problemas de los municipios», indican desde el partido. El PPCV, que carece ya de influencia en las conselleries para ayudar a los cargos locales, quiere reforzar su papel de enlace y convertirse en un puente para que las preocupaciones municipales lleguen a las Corts.