Como si fuera cuestión cabalística, el 2 de noviembre parece el día del año de Ximo Puig y Mariano Rajoy. A diferencia de aquel 9 de noviembre de la canción, el presidente valenciano y el español no se envían violetas, pero el dos del penúltimo mes del año es el día en el que hablan mano a mano. En 2015, mantuvieron un encuentro en la Moncloa dentro de la ronda de reuniones con mandatarios autonómicos y candidatos a la presidencia del Gobierno. Ayer charlaron telefónicamente durante cerca de quince minutos. Entre una y otra cita, solo alguna palabra suelta en algún acto público.

Y entre una y otra cita, los tiempos han cambiado. La primera llamada de Puig al líder del PP tras ocupar el Palau de la Generalitat tardó días en tener respuesta. La última, ni horas. Es la constatación del tiempo nuevo en la política española, etapa de acuerdos necesarios y diálogo.

No salieron resultados concretos de la llamada de ayer „Rajoy estaba aún sin gobierno„, aunque el tono fue distendido y cordial, señalaron fuentes de Presidencia de la Generalitat. Los adjetivos son los mismos que utilizó Puig hace un año en la puerta de la Moncloa.

Entonces la financiación fue la estrella del encuentro „Puig se llevó el compromiso de Rajoy de desbloquear 1.380 millones del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA)„ y ahora vuelve a ser la protagonista. En eso no ha cambiado nada.

Tras el anuncio del líder del PP durante su investidura de convocar la conferencia de presidentes autonómicos, Puig ha querido tomar la delantera en la reivindicación de un nuevo modelo económico. Lo hace ante «la situación financiera límite» de la Generalitat. Así lo explica en la carta que ayer remitió a Moncloa. En ella pide una reunión al presidente «en cuanto su agenda se lo permita».

Puig sostiene que no quiere plantear una guerra entre territorios, sino unas reglas «justas, objetivas y transparentes» para todas las administraciones.