Un grupo de gamberros causó destrozos en la madrugada del jueves en varias casetas de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión ubicada en el paseo central de la Gran Vía Marqués del Túria de València, en un acto que los libreros y la policía atribuyen a vándalos «crecidos por el alcohol». Los daños no han sido demasiado elevados, pero suponen el cuarto ataque de similares características que sufren los expositores, uno por año, lo que evidencia que la ubicación de la feria les expone al vandalismo que también se da en otros puntos de la ciudad durante las fiestas falleras.

Los gamberros dañaron las persianas metálicas de una decena de casetas y llegaron a romper las tres primeras, de donde robaron algunos libros a los que arrancaron hojas, quemaron o arrojaron al suelo y al techo de uno de los expositores.

Los libreros denunciaron a la Policía Nacional los hechos, pero la investigación no ha hecho más que empezar. La policía reclamará las grabaciones de las cámaras más próximas, aunque será difícil determinar la autoría de la gamberrada, ya que a esas horas pasan muchísimas personas por esa zona, lo que dificultará la identificación de los autores de los daños.

Por su parte, el presidente del Gremio de Libreros de Lance de la Comunitat Valenciana, José Luis Boado, lamentó ayer en declaraciones a este periódico «actos vandálicos» como este. Boado recordó que la feria lleva sufriendo este tipo de incidentes desde hace «unos cuatro años», al tiempo que señaló que el «más grave» tuvo lugar el año pasado cuando «uno de los miembros de la seguridad privada contratada para estos días tuvo que ser atendido en el hospital tras un enfrentamiento con uno de estos gamberros».

Precisamente de «gamberrismo puro» calificó José Luis Boado sucesos como el de la noche del miércoles. El presidente de los libreros de lance indicó que estos hechos «son más habituales en los últimos días de fallas», sobre todo, añadió, cuando acaban los castillos de fuegos artificiales en el antiguo cauce del río y «se concentra más gente por la zona».

Sobre el coste de los destrozos, Boado indicó que «el seguro cubrirá los gastos, pero serán bastantes ya que al día siguiente tuvimos dos operarios durante ocho horas arreglando las persianas». A ello, indicó, que hay que sumar la reposición del material, como libros quemados, rotos y lanzados a los tejados de las casetas.

También, Antonio Lorenzo, propietario de la céntrica librería El Asilo de los Libros y dueño de una de las casetas afectadas, respaldó las palabras de Boado y tildó el incidente como un acto de «gamberros». Lorenzo señaló que su caseta y otras afectadas se encuentran en una zona «con poca visibilidad y donde se han hecho 'botellones'» en más de una ocasión.

A pesar de los inconvenientes de este ataque a las casetas, Lorenzo se mostró aliviado ya que los libros dañados en su caseta no eran demasiado valiosos.

Lorenzo explicó también que habitualmente tienen un sistema de alarmas que les avisa de incidentes, aunque los últimos días sí contratan un servicio de seguridad privada para intensificar la vigilancia. «Por suerte, ayer [por la noche del jueves] no hubo ya ningún problema».

Boado finalmente apuntó que «la intención no era robar, sino hacer el mal; cada vez hay menos cultura», concluyó y lamentó.