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Política

Un campo de minas para Bonig en el Congreso

La presidenta del PPCV tendrá que lidiar con una legislatura en la que no cuenta con el control de todo el grupo de diputados y senadores en Madrid - Algunas de sus señorías son muy críticas con la actuación de la líder

Un campo de minas para Bonig en el Congreso

El PPCV que lidera Isabel Bonig no se rebelerá contra el Ejecutivo de Mariano Rajoy a cuenta del hachazo inversor a la Comunitat Valenciano en los Presupuestos del Estado para 2017. El pulso lanzado la semana pasada a Génova cuando el grupo popular avaló la declaración de las Corts contra las cuentas de Rajoy ha perdido fuerza y la fotografía de Bonig junto al ministro de Fomento, Iñígo de la Serna, el miércoles en Valencia evidenció el fin de las hostilidades. La cúpula regional nunca tuvo en mente que el puñetazo en la mesa pasara a mayores, pero ¿qué habría pasado si Bonig hubiera buscado el apoyo de sus diputados y diputadas en el Congreso para su pulso con Madrid? La pregunta no es ociosa porque, quizás no ahora, pero sí en los dos años que le quedan de legislatura a la presidente regional le conviene contar con la complicidad de sus señorías.

Y la realidad es que Bonig tiene en la carrera de San Jerónimo muchos apoyos, pero también un campo de minas abonado a la crítica a su liderazgo. Señorías que, por circunstancias distintas, están molestas con Bonig. Unos son más activos que otros, pero lo cierto es que el 97 % alcanzado en las primarias no ha dado a la dirigente el control total sobre los cargos electos. La desafección con la lideresa se ha puesto de manifiesto estos días. Muchos han cuestionado, incluso muy agriamente, la posición de Bonig al firmar la declaración contra Rajoy.

En las Corts, Bonig heredó un grupo parlamentario diseñado por su predecesor Alberto Fabra y donde sus apoyos en un inicio se contaban con los dedos de la mano. Sin embargo, con la ayuda del PP de Alicante, ha logrado hacerse con el control. De hecho, Bonig ha diseñado una nueva ejecutiva que en buena medida descansa en diputados.

Pero en el Congreso y en el Senado, las fobias y filias son más acusadas que en el Parlamento valenciano. Las candidaturas se hicieron bajo el mandato de Bonig, pero Génova decidió muchos de los nombres y la lista de la regional fue objeto de ardua negociación. Algunos candidatos lo fueron por decisión de la dirección nacional, ya que el PPCV quería ahondar en la renovación. Hubo casos sonados como el exministro de Exteriores, José Manuel Garcia-Margallo, que encabezó la lista por Alicante, aunque no era la opción preferida por la cúpula regional. A la exsecretaria de Estado, Susana Camarero, por ejemplo, la rescató Madrid para el Senado. Era una de las que Bonig habría sacrificado, igual que al exconseller Gerardo Camps, que tuvo que tirar de agenda para salvarse de la quema. Otros nombres, como el cabeza de lista al Senado, el histórico Pedro Agramunt, eran innegociables y se han convertido ahora, tras haber caído del organigrama regional, en uno de los más disconformes con el «nuevo PP» de Bonig.

La batalla abierta por el control de la provincia de València también ha hecho mella en diputados y senadores afines a Betoret. Es el caso de Juan Vicente Pérez o el veterano José María Chiquillo. Ambos están con el lider provincial, cuyo enfrentamiento con Bonig es evidente. Es cierto que la lideresa tiene también personas de confianza en el Congreso: Elena Bastidas (su apuesta para encabezar València) o los nombrados coordinadores Belén Hoyo y Antonio Clemente. Los escaños de Castelló (con la excepción de Alberto Fabra) y los de Alicante deben su puesto a Bonig y los barones provinciales. Y a diferencia de otros, tienen expectativa de repetir.

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