Vicente Betoret no ha tenido un mandato tranquilo al frente del PP de la provincia de València desde que el 4 de mayo de 2015 asumió las funciones tras la defenestración de Alfonso Rus, su mentor hasta ese día. Paradójicamente, fueron los que hoy son sus principales enemigos quienes convencieron al entonces presidente del PPCV, Alberto Fabra y a la dirección nacional de que no se montara una gestora y que se ascendiera a Betoret.

A dos meses de elecciones, el partido optó por lo que parecía la opción menos traumática y confió en el diputado las riendas de un partido abierto en canal. Betoret, sostenido en un primer momento por el rusismo, tuvo claro desde el principio que debía pelear para dejar de ser presidente interino. En su trayecto se cruzó la operación Taula, un escándalo de corrupción, que primero borró del mapa político al núcleo duro de Rus y, hace aproximadamente, un año le salpicó a él.

La sombra de una posible imputación supuso un punto de inflexión en el proyecto de Betoret de consolidarse como barón provincial. Fue un momento muy difícil, tanto en lo personal como en lo político, para el alcalde de Vilamarxant, pero el peor estaba por llegar.

La guerra abierta a cuenta del congreso provincial ha situado a Betoret a un paso de quedar fuera de juego justo cuando no hace ni dos meses logró que se le abrieran las puertas del comité ejecutivo nacional. En las próximas horas, la presidenta del PPCV y el vicesecretario de organización, Fernando Martínez Maillo, se reunirán para abordar la creación de una gestora como vía para solucionar un conflicto «muy fuerte» entre candidatos, según terminología de Maillo. El dirigente reconoció que aunque votar es importante, también lo es «la unidad porque se están jugando las elecciones de 2019».

Betoret y su entorno empiezan a visualizarse ya con un pie fuera del partido, pero también confían en meter un gol a Bonig en el último minuto. Su única opción es convencer a Génova de un relato de lo ocurrido diferente del que expone el PPCV y demostrar que hay un plan preconcebido para apartarlo de la presidencia y, además, hacerlo en el tiempo de descuento en el que se encuentra.