La desesperación y la frustración han sido las sensaciones dominantes de los pasajeros que el pasado viernes por la mañana debían volar de València a Nantes, pero que, tras varios retrasos, provocados por una avería, tuvieron que acogerse a otras opciones como hacer conexión ayer vía Madrid, hoy vía Alicante, mañana con otro vuelo desde València o resignarse, finalmente, a quedarse en casa.

Los afectados se quejaban de que por parte de Volotea no se les dio la información pertinente desde el primer momento, sino que se les fue retrasando el vuelo sin que supieran los motivos de esa situación. No obstante, desde la compañía aseguran que se actuó según el protocolo, y matizan que, «tras intentar sin éxito reparar la aeronave, se les ofreció un hotel» así como las opciones mencionadas.

Como contó ayer a Levante-EMV una de las afectadas, todo empezó sobre las nueve de la mañana del viernes -el avión salía a las 9.40 horas- cuando la gente se disponía a embarcar. Muchos regresaban a su casa, otros empezaban sus vacaciones o se disponían a pasar el fin de semana en la ciudad francesa. Ahí empezaron los problemas. Les anunciaron que la salida se iba a retrasar una hora. Algunos mostraron su descontento, pero sabían que es algo que puede pasar. No obstante, luego les anunciaban otra hora más de retraso y les concedían, como compensación, un ticket de cinco euros para almorzar.

Fue entonces cuando empezaba la odisea. Al parecer, el vuelo se había reprogramado para las 15.25 horas, y les dieron otro ticket, por el mismo importe, para comer. Pero ese tampoco salió.

Ya para entonces el vuelo se había reprogramado a las 18 horas. Parecía que, efectivamente, la gente iba a poder viajar a su destino. Llegaron a pasar el control de tarjetas de embarque, el túnel de acceso y de ahí a un autobús que les llevaría al avión. Estuvieron ante la aeronave, pero nunca llegaron a bajar del bus lanzadera: "Era algo surrealista, estábamos ahí y veíamos que el piloto hablaba con los técnicos y hacía signos de que no iba a salir", cuenta una de las afectadas.

Ante el enfado general llegó una trabajadora de Ground Force -la empresa que presta servicio a Volotea en València- y les indicó que el vuelo no iba a salir, al menos, hasta la mañana del sábado, por lo que les proporcionaban un hotel para pasar la noche. De este modo, 24 horas después, los afectados volvían al punto de partida. Y ahí se les informó de que el vuelo no iba a salir tampoco y se les proporcionaron las tres alternativas. Algunos aceptaron la primera y ayer viajaron en autobús a Madrid y de ahí a Nantes en un v uelo que, por cierto, también se retrasó más de una hora. Otros optaron por el resto, mientras que algunos desistieron de viajar. Eso sí, varios de ellos se están organizando para pedir indemnizaciones.