El hallazgo fundamental del trabajo ha sido que, dentro del grupo de tiburones que nadan de forma continua y activa, las especies más grandes necesitan colas (o aletas caudales) proporcionalmente más amplias. Este fenómeno es debido a la necesidad de compensar una pérdida de flotabilidad que se da en los individuos más grandes, dado que la frecuencia con la que baten sus colas decrece con el tamaño, explica Humberto Ferrón, investigador del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Biológicas.Además, Ferrón asegura que este hecho explica que las especies más grandes de tiburones, como el tiburón blanco ( Carcharodon carcharias), tengan colas muy amplias en forma de media luna. De hecho, añade, este fenómeno ha sido documentado ya con anterioridad en otros grupos no emparentados con los tiburones, como los delfines o los atunes, o incluso en grupos ya extintos de reptiles marinos como los ictiosauros. Por esta razón, la investigación concluye que Dunkleosteus terrelli debía presentar una aleta caudal mucho más amplia de lo que se había especulado hasta el momento, más consistente con los principios físicos que gobiernan la locomoción de animales acuáticos.