La progresión en los ingresos tributarios es evidente desde 2015. Al margen de la repercusión de las modificaciones realizadas en algunos impuestos, como los de sucesiones y donaciones y patrimonio, la mejora general de la economía y el inicio de un nuevo despegue del negocio inmobiliario se dejan notar en la última liquidación tributaria.
Los ingresos por impuestos directos e indirectos ha alcanzado los 11.055 millones en 2017, frente a los 9.672 del año anterior. La diferencia es considerable.
La recaudación del IRPF, por ejemplo, ha aumentado un 25 %: más de 790 millones de incremento, a pesar de la rebaja en rentas medias y bajas.
El ingreso por el IVA también progresa considerablemente. Crece en 256,5 millones (un 7,2 %). El impacto en estos dos gravámenes, junto con el de transmisiones patrimoniales, es posiblemente es el más directamente atribuible a la mejora de la economía en el último año.
El crecimiento en la caja por la tasa a los actos jurídicos documentados da cuenta por su parte de la evolución del negocio inmobiliario. Aumenta un 22 % al pasar de 204 a 226 millones de recaudación.
La progresión es más pronunciada si se comparan los datos de 2017 con los de 2015. Los ingresos entonces por impuestos directos e indirectos sumaron 8.746 millones de euros, frente a los 11.055 del último ejercicio liquidado. La diferencia es de 2.309 millones (un 26,4 %).
La buena marcha de la recaudación de impuestos supone un alivio en un territorio lastrado por la infrafinanciación autonómica como el valenciano. Con todo, los impuestos directos están relacionados con las entregas a cuenta por la financiación que el Gobierno realiza a partir de los datos de la recaudación impositiva.
