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Denuncia

La SS escribe a una jubilada valenciana para anunciarle que le sube 10 céntimos la pensión

Felisa, de 74 años, cobra 204 euros al mes y afirma que la carta le «suena a burla»: «Que se lo queden; se han gastado más en papel»

La SS escribe a una jubilada valenciana para anunciarle que le sube 10 céntimos la pensión

La situación de los pensionistas españoles es lamentable. La subida de un 0,25 por ciento supone para muchos de ellos una miseria indignante después de años trabajando y cotizando para el Estado. En algunos casos, como el de Felisa Martínez, una jubilada de 74 años vecina de València, el incremento mensual «suena a burla», según admite la mujer, quien recibió una carta de la Secretaria de Estado de la Seguridad Social hace unas semanas informándole de que en 2018 iba a cobrar diez céntimos más al mes en su ya de por sí ceñida pensión de 200 euros.

No se trata de un caso aislado pero sí refleja el problema de fondo que ha llevado a las calles a muchos jubilados que, como Felisa, ven el incremento del 0,25 % en sus pensiones como una «puñalada trapera» a todos aquellos que han levantado este país con su sudor y esfuerzo durante décadas. «Es una vergüenza, que se queden con los diez céntimos, se han gastado más en el papel y enviándome la carta que lo que me van a dar», criticaba cargada de razón la septuagenaria.

«Sabemos que hay personas que están en peor situación que nosotros, no nos quejamos por eso, dentro de lo que cabe estamos bien porque echamos mano de mi pensión», confiesa Pedro, marido de Felisa y también jubilado. De hecho, sin los mil euros que cobra de su jubilación no podrían hacer frente a todos los gastos, ya que tienen dos nietos, de siete y nueve años, a su cargo.

«Tenemos que mantener a cuatro personas, y ahora tiro de la pensión de mi marido, pero el día que falte, con la pensión de viudedad y estos 200 euros tú dirás», argumenta la mujer. Ambos son conscientes de que esta situación es todavía peor en muchas otras familias pero les indigna que se destinen subvenciones a otros ámbitos y se deje de lado a los jubilados en España, subiéndoles solamente un 0,25 %, lo que en su caso se traduce en diez céntimos mensuales, como así refleja el documento de la fotografía.

«Cada año nos aumentan todo, la vida es más cara, pero claro con diez céntimos más, qué se creen que vamos a hacer», critica la pensionista. En el caso de su marido la subida tampoco es para tirar cohetes. «Me han subido dos euros después de 43 años cotizados», apunta indignado Pedro, quien actualmente tiene 75 años. «Siento impotencia de ver que regalan subvenciones a gente que no pega ni palo al agua y nosotros que hemos estado trabajando toda la vida y no debemos nada a nadie, estamos así».

Tanto Felisa como Pedro lo tienen ya decidido, quieren ser «iaioflautas». «No faltaré a ninguna manifestación más», confesaban dispuestos a reivindicar sus derechos. Eso sí, juntos los dos. «Me da mucha pena que las personas muy mayores no vayan acompañados de sus hijos en las manifestaciones o de algún familiar», apuntaba Felisa.

Un par de años cotizados

Pero Felisa reconoce que, pese a estar toda la vida trabajando en casa, apenas ha cotizado un par de años, de ahí su pensión tan reducida. «Comprendo que hay unos presupuestos del Estado, y que nos tenemos que adaptar según lo que hemos cotizado, pero que no se gasten el dinero en cartas para decirte que te suben solo diez céntimos», explica la mujer.

«Empecé a trabajar con once años en un taburete haciendo bolsos, pero a lo mejor no he cotizado lo suficiente», se justifica esta pensionista, quien con 15 y 16 años sí que estuvo cotizando al estar contratada en una empresa de costura. Sin embargo, según relata en una breve historia de su vida, sus padres tuvieron que emigrar a Francia a principios de los años 60 y Felisa, la mediana de tres hermanos se tuvo que hacer cargo del pequeño de siete años, mientras que su hermana y sus padres llevaban el jornal.

«En París estuve trabajando haciendo cremalleras y quemándome los ojos con una lamparita de lo poco que se veía», recuerda sus años como trabajadora en Francia, de donde no percibe pensión alguna. «Aunque poco camino pude hacer porque me casé a los 20 años», añade. Así, tras criar a tres hijos y «no dejar de trabajar en mi casa haciendo ganchillo y jerseys», ahora se encuentra con una paga de solo 204 euros. «Con eso me da para mirar los escaparates, pasear por el mercadillo de Russafa e irme al final sin comprar nada», apunta tratando de restarle importancia.

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