A. G., Valencia «¿Para qué tocar estas cosas ahora, de hace tanto tiempo », comentó ayer un sacerdote a este diario al ser consultado sobre el proyecto de ley de memoria histórica, que está en su fase final en el Congreso de los Diputados y que, si no hay sorpresa de última hora, permitirá negar subvenciones públicas a quienes no eliminen los símbolos del franquismo de sus edificios. «Ahora que todo está pasado y hay paz. ¿Qué necesidad hay », agregó.

Claro que otro clérigo aplaudió la iniciativa: « Es una buena ocasión para hacer limpieza de lo que queda» , afirmó a este rotátivo. Y puntualizó que, no obstante, la mayoría de cruces a los caídos han sido ya retiradas de los templos en estos treinta años de democracia. Hay incluso algún párroco que asegura, sin morderse la lengua, que el Arzobispado de Valencia es el que menos puede hablar de si proyectos como la ley de memoria histórica reabren heridas, porque esta diócesis abrió el camino de las beatificaciones masivas de lo que la Iglesia llama «mártires de la persecución religiosa de 1936» (sacerdotes y religiosos muertos durante la guerra civil). Una causa promovida desde el arzobispado culminó en marzo de 2001 en el Vaticano con la elevación a los altares de 233 de estos mártires. El titular de la diócesis, Agustín García-Gasco, decidió además erigir en honor de estos beatos una iglesia en uno de los puntos de mayor crecimiento e importancia de la ciudad: junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, sobre la estructura de una vieja nave industrial protegida patrimonialmente.

Este proyecto, que viene de años atrás, ha tenido recientemente una fuerte repercusión en otras partes de España e incluso ha saltado a periódicos italianos y franceses.

Esta presencia mediática de la iglesia de los mártires de 1936 ha coincidido con la iniciativa de la Conferencia Episcopal Española (CEE) para la beatificación de otros 498 religiosos muertos durante la guerra civil. La ceremonia oficial tendrá lugar el próximo 28 de octubre en la plaza de San Pedro, en Roma (sin presencia, esta vez, del Papa), y el arzobispo de Valencia fue de los primeros prelados españoles (irán casi todos) en anunciar su presencia al frente de la peregrinación local, ya que cinco de los nuevos beatos son nacidos en la diócesis de Valencia. Asimismo, el arzobispado tiene abierta otra causa par la canonización de 250 sacerdotes muertos en la guerra civil.