Se imaginan el esperpento? Xàtiva tiene una plaza de toros que ha costado —de momento— 12 millones de euros. Pero la corrida de toros de la Fira d'Agost se celebra en un coso portátil, en algún descampado del término. ¿Por qué puede suceder este disparate? Porque el caprichoso referéndum antitaurino promovido por Compromís y Esquerra Unida y consentido por el alcalde socialista de Xàtiva es un trampantojo: Ni la Fira «la decideixes tu», como decía el inefable eslogan publicitario de la consulta (la Fira ya está hecha y los vecinos ni han pinchado ni cortado), ni el voto de los vecinos puede prohibir una manifestación artística protegida por las leyes, con todo lo controvertida que sea y seguirá siendo. Sería como someter a votación, que sé yo, que siga habiendo barreras arquitectónicas en los edificios públicos o que se quiten los pasos de peatones. Ni el sí más mayoritario ni la participación más abrumadora daría cobertura legal a semejante barbaridad. ¿Hace falta recordar el referéndum con urnas de cartón de Catalunya?

No pueden prohibir los toros; sólo pueden dejar de programarlos. Y ni eso, porque se ha repetido hasta la saciedad —pero no quieren escucharlo— que el ayuntamiento no ha organizado una corrida de toros en su vida. Y menos, las ha sufragado. Gana dinero con ellas, que es distinto.

¿Entonces? Vale, sí, los toros no figurarán en los programas de manos que edite el ayuntamiento ni se podrá utilizar el coso de todos los setabenses (no de Esquerra Unida y de Compromís). Pues se monta una corrida de toros en una instalación provisional al lado, como un circo, y nos convertimos en el hazmerreír de toda España. ¿Para ese viaje tantas alforjas?

Toda la prisa que el alcalde de Xàtiva, Roger Cerdà, ha tenido en dar por bueno un resultado de risa contra las corridas de toros (ya se ve lo antitaurina que era Xàtiva, ya...) es la que se debería haber dado para tener un coso en condiciones, que ya lleva doce meses en el cargo. Porque esa es otra: llega salir el sí a los toros e igual no había corridas este año, ya que la plaza carece de una serie de inversiones en materia de seguridad —con un coste estimado de más de 200.000 euros— que, de momento, sólo están adjudicadas. En fin, es el mismo alcalde que en 2013, en la oposición, clamaba al cielo por el estado de semiabandono de la plaza. O que en 2014 echaba pestes de cómo seguía el coso y acudía hasta a los juzgados para reclamar el inspeccionar la instalación y su futuro. Ese mismo alcalde, hace un año que gobierna esta ciudad y el coso está exactamente igual que el mismísimo día en que tomaba posesión de la vara de mando. Pero, claro... ¡Qué bien se vivía contra Rus!