uestos a inventar "palabros", la que da título, aunque sea casi impronunciable, a la primera columna veraniega de esta edición comarcal, refleja una realidad repetida año tras año. La protagonizan todos aquellos que en verano huyen de esta bonita ciudad a la que sin duda aman, pero no soportan cuando sus temperaturas son incompatibles con la vida humana, o por lo menos, para quienes aspiran a no marchitarse como un geranio reseco. El "xtvexit", término que necesita una buena definición para poderse consolidar, consiste pues en el éxodo generalizado del vecindario que huye para sobrevivir a un verano, que nos convierte en el microondas de este país. La sartén de España es un título ya adjudicado a otra población, y aquí estamos más al día en lo que a modernidad doméstica se refiere.

Como apreciable consecuencia quienes se quedan en la ciudad, porque son raros o no les queda más remedio, están mucho más anchos y cómodos. Aparcar es un placer posible en sitios inimaginables en otras épocas del año. Se acaban las largas esperas del ascensor cuando el resto del año, toda la comunidad se empeña en subir y bajar a las mismas horas. Los productos básicos, el pan, la prensa, no se acaban por tarde que vayas a comprarlos.

A cambio, sobre todo con la llegada de Agosto, la ciudad se empieza a quedar tan preocupantemente vacía, que a determinadas horas, parece que una bomba de neutrones haya arrasado con la vida humana. Hay fechas en que los comercios cierran de forma tan generalizada que quien no haya andado listo, puede verse privado de productos o servicios de primera necesidad. Mal momento para un dolor de muelas inesperado o para teñirse el pelo en el sitio habitual.

Menos mal que frente al "xtvexit", existe el "xtventry", que consiste en la llegada de esos ansiados turistas pertenecientes a otra categoría poseedora de cualidades que, al parecer, les hacen inmunes a las altas temperaturas que revientan al resto de los seres vivos. Llegan a una ciudad famosa por tres razones: Nuestras altísimas temperaturas, el cuadro del Rey invertido —el cuadro, no el Rey, por si la aclaración es necesaria— y la reciente y destacada actuación de algunos personajes nativos en la vida pública de este país, cuya aportación más vale que sea olvidada cuanto antes. Es de desear que tras su visita queden prendados de una ciudad llena de ocultos encantos que hay que señalizar bien para que sean descubiertos.