?

El actual equipo de la Conselleria de Cultura presentó ayer su "gran apuesta" de arte contemporáneo. Lo dijo claramente el secretario autonómico, Rafael Miró, que no escondió, más bien exhibió, las comparaciones con iniciativas anteriores, como la Bienal -citó- Si aquellas llegaron a costar 4 y 5 millones de euros, Cartografías de la Creatividad. 100% valencianos ha tenido un presupuesto de 320.000 euros. A la vista del coste y de que es un trabajo "del mismo concepto", Miró consideró "un éxito" esta radiografía de la realidad artística valenciana actual (no hay mayores de 40 años).

El resultado es un recorrido expositivo dividido en dos partes que ocupa todo el espacio disponible del Centre del Carme (la sala Ferreres y las dos de muestras temporales, más de 2.500 metros cuadrados) y que juega -los andamios como elemento decorativo- con las obras que se están llevando a cabo en el viejo convento.

Las más de 300 piezas expuestas de 100 artistas valencianos son el final de un camino iniciado hace más de dos años, cuando el comisario, Rafael Gil,planteó a Cultura la posibilidad de reflejar de alguna manera la ebullición artística joven de la C. Valenciana. Si hace diez años fue a través de una publicación (Arts Nova), ahora es un proyecto (Miró; "no me gusta llamarlo exposición, es algo más"). En el trayecto han quedado varios obstáculos: la polémica por la incorporación de Rablaci (el hijo de Rafael Blasco y Consuelo Císcar); la baja de una decena de seleccionados, disconformes con la línea; la exigencia de los artistas de ser tratados como profesionales (todos cobran al final la cantidad "simbólica" de 400 euros); la dimisión y posterior reconsideración del propio Gil ante las críticas de uno de los especialistas implicado inicialmente en la iniciativa.

"Lo importante es que genere opinión, que no deje indiferente a nadie -dijo Miró-. Si se habla bien, mejor; pero si no tampoco pasa nada." El alto cargo se declaró "asombrado" de la realidad existente. "Hay un movimiento artístico del que no somos conscientes."

Seguro que la presencia de artistas falleros (Paco López Albert, Pedro Santaeulalia y Fet d'encàrrec) levanta alguna ampolla. Como la de grafiteros, tal vez, o la de diseñadores de moda (Tonuca, Ramón Gurillo...) e industriales. Miró argumentó que el tratamiento artístico de estos colectivos es una reivindicación histórica y Gil afirmó que "las fallas también tienen denuncia, crítica, como los grafitis; es cuestión de técnica. No es justo castigar un signo de identidad propia".

No obstante, son las disciplinas tradicionales (incluyendo el viodeoarte) las predominantes. Sobre todo, la fotografía. Y gana lo figurativo a lo abstracto. ¿Denominador común? "En todos hay mucho pensamiento detrás; hay concepto. Saben lo que quieren", aseveró el comisario.

También se comprueba que las preocupaciones son globales -muchos han estado ya formándose o trabajando en el extranjero: generación erasmus- y "no se puede hablar hoy de un arte valenciano". No hay singularidad, pero sí elementos propios. La muestra, que en la C. Valenciana sólo se verá en la capital (hasta el 2 de mayo) "itinerará" al extranjero, aunque no se saben los países. Se barajan Brasil, México, Argentina y alguna ciudad europea (¿Berlín?). Miró tampoco concretó si habrá segunda edición.

El comisario defiende la obra "sólida" del hijo de Blasco y Císcar

Si el arte se valorara por peso, Rablaci (Rafael Blasco Císcar, hijo del conseller y la directora del IVAM) sería el triunfador del proyecto. El naranjo en bronce que expone pesa 550 kilos.

Pero su obra es también "muy sólida y defendible", aseguró rotundo Rafael Gil, que prefirió coger el toro por los cuernos antes que esperar preguntas. "Es equiparable a lo mejor que hay aquí", con una "calidad suficiente". No en vano se encuentra en la zona "Work in progress", donde están aquellos artistas con una línea consolidada. Cerca de él, la atractiva "lluvia de lágrimas" de vidrio de Javier Velasco, el collar de sirena de Anna Talens, el "sillón del pensamiento" de Álvaro Tamarit -ya expuso uno en Atarazanas-, el metalenguaje artístico de Ernesto Casero, las obsesivas líneas corporales de Moisés Mahiques, las fotografías "clínicas" de Álex Francés o la provocación de Nuria Fuster.