No es muy conocido ni se exhibe al público entre fanfarrias; al contrario, duerme en el silencio de un viejo archivo. Pero es un documento histórico fundamental en la vida de un gran personaje de la historia británica, el humanista Tomás Moro. Se trata de su testamento espiritual, escrito de su puño y letra entre 1534 y 1535, durante su encierro en la Torre de Londres por orden de Enrique VIII, poco antes de morir decapitado. Por una sucesión de circunstancias, el manuscrito se conserva hoy en el Real Colegio del Corpus Christi de Valencia, legado por su fundador, el Patriarca Sant Joan de Ribera.

Prueba del valor de la joya bibliográfica es que ha sido puesta sobre la mesa para un hipotético trueque por el deseado retablo del Centenar de la Ploma, obra de Marçal de Sax, que se exhibe en el Museo Victoria & Albert de Londres. El diplomático y ex conseller de Educación y Cultura Fernando Villalonga contaba recientemente los detalles de esta operación en el programa de Radio Klara L'hora de la República Valenciana.

Villalonga relató que hace unos años fue "comisionado" por el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, para gestionar el retorno del gran retablo de Sant Jordi encargado por la milicia del Centenar de la Ploma. Por ello, viajó a Londres junto a Eduard Mira -comisario del Any Jaume I en 2008- y abrió una negociación en la que "la moneda de cambio" era el manuscrito de Tomás Moro (castellanización de Thomas More, Londres 1478 - 1535), un "documento muy importante para la religiosidad inglesa".

A la vista está que el intento -incluso el propio Camps ha llegado a tratar personalmente el asunto del retablo en Londres- no ha pasado de ahí y que los funcionarios del Patrimonio Nacional de Gran Bretaña no han transigido ni un milímetro en cuanto a la posible cesión (ni siquiera temporal) de la pieza del Victoria & Albert.

No obstante, el actual cónsul general de España en Nueva York considera que la negociación en torno al manuscrito "debería continuar". En su opinión, sería una actuación "muy legítima", comparable a la que en 1941 retornó la Dama d'Elx a España, gracias a un intercambio de obras con el Gobierno de Francia.

Sin embargo, cualquier operación sobre el documento de Tomás Moro se encuentra con un inconveniente no menor. El bien no es de la Generalitat ni de una institución pública, sino del Colegio del Patriarca, que algo tendría que decir -y recibir- antes de desprenderse de uno de sus tesoros.

¿Por qué está este documento en Valencia? Un pergamino manuscrito por Joan de Ribera que envuelve la obra da algunas claves: "Este libro me envió el conde de Oropesa diciendo que era del señor don Fernando de Toledo, al cual se lo dio fray Pedro de Soto, confesor del emperador [Carlos I] diciendo que era de Tomás Moro y escrito de su mano".

Al emperador español el documento le llegó por vía de su embajador en Londres, al cual se lo entregó la hija del humanista , Margaret, para evitar su destrucción. Esta lo sacó en cuadernillos a escondidas de la Torre de Londres. El texto, en latín, es una meditación sobre la Pasión de Cristo como forma de preparación a la muerte.

Para terminar de entender por qué acaba en Valencia hay que tener en cuenta la relevancia en España del Patriarca y el contexto en Inglaterra. Tomás Moro, humanista que se carteaba con Erasmo y el valenciano exiliado en Flandes Lluís Vives, se mantuvo fiel a Roma y se negó a aceptar el acta de supremacía de la Iglesia Anglicana y el dominio de Enrique VIII. Por ello fue condenado y ejecutado.

Aunque no sería declarado santo hasta 1935, Joan de Ribera ya lo consideraba un mártir, explica Miquel Navarro, ex rector del Corpus Christi y presidente de la Academia de Historia Eclesiástica. Por ese motivo, su testamento espiritual lo depositó en el relicario del colegio que fundó en Valencia.