Ouka Leele -nacida Bárbara Allende Gil de Biedma en 1957- se desnuda en la película en la que el director Rafael Gordon trabaja desde 2002 y que ahora ha llegado a las pantallas de Valencia. La fotógrafa y pintora, musa de la movida madrileña, abre puertas y habla de su infancia, sus inicios, el cáncer -"en el infierno encontré los diamantes"- o la muerte, "esa maestra". en un filme sereno e introspectivo, en el que la creación de un gran mural (300 m2) en Ceutí (Murcia) se convierte en eje vertebrador de la historia.

De lo que no habla La mirada de Ouka Leele es de amor, pero ella se lanzó también ayer a ello, al presentar el documental en los Cines Babel de Valencia. Lo hizo al exponer su lucha y su miedo contra aquellos que quieren "castrar las cosas", algo que ha sufrido en sus relaciones: los hombres que han estado a su lado "siempre han puesto piedras en el río de mi vida. Me alegro de estar en el siglo XXI como mujer".

"Tengo 52 años y me considero virgen en el amor -explica a Levante-EMV-. Aparece un hombre al que le atraigo, pero empieza a querer aprisionarme, manipularme, dominarme o molestarle que haga tantas cosas".

La película empieza con una imagen de Bárbara en los felices 80, con un cochinillo en la cabeza, proclamando a la cámara que es "la creadora de la mística doméstica". Lo cotidiano le sigue atrayendo, pero "ahora me interesa sobre todo que lo que hago me sirva a mí o a los demás". Cuando era joven, dice, el arte le parecía un lujo, "pero un día descubrí que es una necesidad primordial del ser humano". Tan simple como que una canción en el coche puede hacer evaporar la tristeza del día, reflexiona.

Comparte así con Alejandro Jodorowsky que "la consigna del arte es curar" y, con esa visión, "ARCO me enferma", sentencia. En la principal feria de arte contemporáneo española, de la que ella fue reclamo seguro durante años, la medida del éxito es el valor económico. Cierto que los artistas viven del precio de su obra, pero "trabajamos para el corazón, para el espíritu, y del contenido no se habla", se queja.

Ouka Leele reivindica la movida frente a aquellos que han denigrado aquel despertar artístico y cultural de los 80 por frívolo y ligero. El tiempo es un buen baremo para el arte, reflexiona, y "hay cosas de la movida que ahora veo maravillosas". La recuerda como una explosión de creatividad y de riesgo. ¿Frívolo El espectro era muy amplio, replica. "Había algunos, como las Costus y Alaska, que su arte estaba basado en coger fotos de Hola! y convertirlos en cuadro, pero yo no compartía ese punto de vista".

La política no les interesaba nada entonces, "estábamos hartos", asegura. Y lamentó que los políticos decidieran "de la noche a la mañana" que la movida había acabado. De repente, "la intelectualidad se borra", y ahora "sólo interesan Belén Esteban, los cantantes manipulados por la televisión, los futbolistas y los políticos".Para ella, que deplora la división entre izquierda y derecha por "obsoleta", "quizás nuestra política no ha llegado aún".