Ainhoa Arteta y OV

Ainhoa Arteta (soprano) y Orquestra de València. Director: Miguel Ángel Gómez Martínez. Obras de R. Strauss y Bruckner. 13 de mayo.

Desde su debut en 1998 (con aquel disparate que se llamó Luna), Ainhoa Arteta (Tolosa, 1964) ha actuado en el Palau otra media docena de veces. Salvo por la Margarita del Fausto de Gounod de 2006 y ni aun entonces deslumbrando, nunca ha demostrado una calidad técnica e interpretativa a la altura de su fama. La penúltima vez, un recital con piano en marzo de 2007, a la falta de brillo salvo en las dinámicas grandes se notó como añadido un vibrato muy descontrolado. En la última el defecto parece más disimulado que corregido.

En realidad, las siete canciones que (propina incluida) le oímos parecieron escogidas para simular un monográfico Strauss o, dicho a la inversa, para disimular la incapacidad de ofrecer un auténtico panorama de la decisiva aportación de este compositor al género del Lied. Claro que es muy difícil encontrar tantas piezas sin al menos un mínimo clímax, y ahí (Nana, Serenata) esta voz no puede evitar gritar. Cuando, como en el Not de un Cálmate, alma mía ya arruinado por las grandes oscilaciones en las largas notas graves iniciales, el volumen es mayor que eso, viene a tapar la voz una orquesta que en los momentos de máxima suspensión pedidos por Dedicatoria y Mañana provee un acompañamiento de prosaísmo sólo comparable a un jarro de agua fría.

Y es que tampoco fue el día de Miguel Ángel Gómez Martínez, que dirigió una Cuarta de Bruckner asimismo difícil de reconocer. En el primer movimiento marcaron pauta un comienzo con trompa seca, feo empaste de las maderas y fortissimo de catástrofe abusivamente dominado por los timbales, más un segundo tema trazado con cartabón y, en la letra F, una fanfarria de bocinas en atasco. El Andante, con un fraseo sin vuelo alguno, no fue lo peor logrado. El Scherzo fue de tal morosidad, que la cabalgada prevista se quedó en cansina marcha de infantería, y por el trío se pasó de trámite sin gracia. A la inversa, en el Finale, lo que se esperaba pulsación resultó traqueteo, y aun así las trompas no pudieron mantener firme el acorde tenido en torno al compás 90.