Mal camino parece llevar el despido, oculto por una no renovación de contrato, de los nueve bailarines díscolos del Ballet de Teatres que denunciaron las malas formas de la directora del ente, Inmaculada Gil Lázaro, así como las condiciones de trabajo impuestas en el seno de la compañía.

Y es que, los nueve represaliados han anunciado una demanda contra Gil Lázaro y Teatres de la Generalitat por la medida ya que consideran la salida de la compañía un despido y no una rescisión de contrato, por lo que reclaman una indemnización económica.

Además, según reconocieron a Levante-EMV diversas fuentes consultadas, en ellos podría darse en este caso la denominada doctrina Caldera ya que muchos de ellos llevan contratos encadenados y superaban los 24 meses que marca la ley se debe hacer fijo a un trabajador. Sólo quedaría por determinar la naturaleza en sí del contrato que los bailarines tenían con el organismo autónomo.

Pero además, según las mismas fuentes, existiría un agravante más, y es que dos de las bailarinas afectadas estarían embarazadas en el momento de la rescisión.

El conflicto, tal como informó en su día este diario, comenzó hace unos meses cuando un grupo de bailarines de la compañía denunció ante el comité de empresa de Teatres irregularidades y malas formas tanto en sus contratos como en sus horarios de trabajo, jornadas de ensayos y descansos. La dirección del ballet reaccionó pidiendo al resto de los componentes del cuerpo de baile que firmaran un escrito de apoyo a la dirección de Teatres negando los hechos y poniéndose a favor de la responsable del organismo de la Generalitat. A partir de ese momento la tensión interna fue en aumento. Así hasta que los contratos concluyeron, quedaron si ser renovados y los del resto de bailarines renovados.

La propia Gil Lázaro ya manifestaba en su día que, como responsable del ente, estaba en su derecho de decidir quién renovaba y quién no, y que como en anteriores ocasiones había convocado audiciones para seleccionar a los nuevos elegidos.

Esta denuncia se suma a la propia situación que vive Teatres de la Generalitat, un organismo que arrastra también un déficit importante debido a la acumulación de deudas por proyectos millonarios y las renovaciones de pólizas de créditos. Según algunas fuentes, la deuda podría rondar los ocho millones de euros. Aún así, la plantilla del Ballet no ha parado de crecer con la adscripción de nuevo personal contratados durante el último año, algunos de ellos con un currículo y una formación muy poco relacionada con las artes escénicas.

El Ballet de Teatres fue creado por expreso deseo de la directora del ente y además de sus producciones para el teatro Principal apenas realiza grandes giras, salvo alguna actuación esporádica fuera de Valencia. La última, sin ir más lejos, hace sólo unos días en Pozuelo de Alarcón