¿Todavía se puede hablar de divas o es un absoluto anacronismo?

Divas hay siempre. Más, menos, buenas, malas. Divas que son divas, que pasan a la categoría de diva, que se creen divas...

¿Algún espacio en el que situarse?

En lo normal. Por eso me lo paso bien. Normal porque no me complico, no me gusta hacer distinciones con mis colegas en el nivel en que se encuentren. Me gusta trabajar en equipo porque creo en él. Y me lo paso bien por la misma razón, porque me gusta trabajar en ambientes distendidos y sin tapujos.

¿Cantar era un deseo de infancia?

Mi madre estudiaba canto y cantaba. La diferencia entre nosotras es que a ella los nervios se la comían. Siempre he dicho que tenía mejor voz que yo, pero cuando los elementos no se dan...

¿Hay que confiar en las vocaciones o en las dedicaciones?

En mi caso, vengo de una familia que no son músicos. Y quizás mi carrera fue por mi madre o por accidente. Me gustaba el teatro.

Los aficionados tienen la imagen de que la ópera está focalizada en círculos concéntricos muy cerrados ¿Que una voz salga de Latinoamérica es un valor añadido?

Si, es cierto. Las plazas están determinadas pero siempre ha habido una gran corriente de voces latinoamericanas y hoy más que en otra época. No sé si hay algo que nos diferencia. Dicen que tenemos un color diferente en la voz y más que nada nos distingue la interpretación. La nuestra es más entregada, no es tan fría. Somos más cálidos.

¿A la hora de salir a escena una cantante ha de ser caliente o debe meterse sólo en el papel y olvidarlo una vez se desmaquilla?

Ha de meterse en el papel. Yo al menos necesito estar en sintonía con el papel. Papeles que conducen a la locura o son un psicodrama profundo son en los que mejor trabajo.

¿Es consciente de haber vivido su verdadero momento, de haber alcanzado la verdadera felicidad una noche y no saber cómo poder explicarlo, ni por qué sucedió, o todo eso es fantasía?

¿Se refiere a sentir que has llegado a la cima? Sí. Cada artista es un ente irrepetible y vivimos a diferentes ritmos. Pero desde luego, mi momento llegó. Lo complicado es mantenerse. Pero después de 22 años de carrera lo mejor es recordar que siempre he estado muy bien arropada, con grandes maestros, grandes directores y orquestas. Viví una época difícil de que se repita.

¿Me cuenta aquel momento?

Fue en el Metropolitan con el debut como director teatral de Anthony Minghella y cantando Madama Butterfly.

¿Hay algún director musical que realmente le haya marcado?

He tenido la suerte de trabajar con todos los grandes. Dependiendo del repertorio, unos marcan más que otros.

¿Pero se aprende más de Maazel o de Harnoncourt , grandes y a la vez diferentes?

De Maazel toda la vida. Aunque con Harnoncourt hice Aida y fue muy interesante. Cada uno aporta algo a una carrera.

¿Y por qué los genios son tan raros?

Hay orígenes, características. Los españoles son de una manera, los americanos de otra, los alemanes son otros, los austríacos son un mundo aparte...(gesticula)

Su voz ha interpretado mucho repertorio italiano. ¿Es también su música preferida?

No especialmente. Si tuviera que elegir escogería la música rusa. Los compositores rusos han sido de los que más me han llamado la atención. Tienen esa riqueza de orquestación que los hace diferentes a las otras escuelas.

Al margen de su Butterfly muchos la recuerdan también por su Gianni Schicchi y por ese O mio babbino caro que a muchos llevaron a compararla en su día con la Callas.

¡Y además es una de las óperas más caras y costosas! Por eso no se monta tanto.

¿Cree que existe demasiado tópico en los carteles de los teatros, excesiva repetición de títulos, o es que la prudencia garantiza el público?

Hay teatros que se atreven y que se caracterizan por tener un repertorio muy amplio y hay otros que optan por lo más clásico. Pero también es cierto que hay tendencias por la taquilla y luego están los centenarios y bicentenarios... Existe cierta delicadeza a abordar nuevas obras de repertorio para abrir el abanico. Pero luego nos topamos con las puestas en escena.

Ahí sí que ha dado en la diana. La dictadura del director de escena aspirante a brillar por encima de todo.

Sí. A veces hay espectáculos que se encomiendan a directores muy vanguardistas y te quitan totalmente de donde se supone transcurre la obra o te sacan de contexto. Y sobre todo, en las obras más desconocidas es donde aprovechan para hacerlo más.

¿Mejor y sólo lo tradicional?

Hay que correr riesgos, pero sin pasarse. Obviamente, hoy los artistas o están o no están y han de aceptar muchas cosas. Durante mi carrera he abordado puestas en escena que a pesar de ser modernas tenían lógica. Mientras las cosas tengan lógica yo me siento bien en el escenario, pero cuando estoy fuera me siento perdida y en ese punto o entramos en un diálogo o mejor abandonar. El diálogo siempre me ha dado buen resultado.

Le leí decir hace años que en su mundo cuanto más arriba estás más aislado te sientes. ¿Culpa del artista o del entorno?

Es absorbente pero uno se va aislando porque a pesar de lo que se pueda imaginar el ambiente en sí está rodeado de envidias y mediocridades. Y eso es contraproducente.

Lo que dice es muy duro.

Sí, lo sé. Pero nos enfrentamos a eso. Si eres bueno te comen por todos lados y siempre te irán a buscar el pelo al huevo que hay que sacar. Nunca te van a valorar por lo bueno que puedas ser en una u otra faceta.

Pero las grandes figuras cuando llegan a lo más alto son incuestionables.

Sí, pero cuando el artista opta por aislarse es porque no quiere estar en esa lucha constantemente.

Nosotros, como espectadores, vemos un mundo fascinante.

El público ve un cuadro maravilloso y la vida del artista, hasta con un punto de envidia sana, de noches de gloria, aplausos... Y del telón para atrás es totalmente otro cuadro. El cantante tiene que enfrentarse a millones de problemas. Puedes estar enferma y has de salir en las condiciones que sean. Somos artistas, pero también tenemos problemas personales y el show must go on y los dolores no le importan a nadie. Para nosotros se trata de salir y dar el cien por cien para que el público quede contento.

¿Si todo no es tan idílico como imaginamos y dejando al lado el tópico del aplauso, la recompensa, entonces, es simplemente emocional?

El aplauso es reconfortante y la reacción del público fundamental. Nunca he tenido una reacción negativa pero he visto pasarlo muy mal a directores. El aplauso es básico para convencerte de que has estado bien.

¿Le gusta mirar de vez en cuando hacia atrás?

No. En absoluto. Han pasado 22 años de carrera y no me he dado cuenta. Lo único que me ha marcado la nota de los años pasados son mis dos hijos quienes me han acompañado muchísimo. Considero fundamental la relación estrecha con los hijos. Y en carreras tan nómadas que te acompañen lo veo positivo porque se producen lazos de unión y a ellos les abres la frontera del mundo.

¿Si analiza sus años de carrera diría que su mundo ha cambiado mucho o todavía está por ver el verdadero cambio?

Ya ha cambiado. La ópera como ópera no se puede extinguir, pero sí la ejecución. Además, tenemos tan metido el consumismo que hoy nos gusta algo y mañana no. Antes a los cantantes se les contrataba por un año y hacían carrera. Si lo analizamos estamos en el mismo punto: Pavarotti, Carreras, Caballé, la Calas... tocamos siempre los mismos nombres y no hablamos de las nuevas voces porque hoy están y mañana ya no.

¿Y eso por qué?

Porque el mundo se ha transformado de tal manera que los cantantes no se preparan, no se forman, salen desorientados. Salen sólo con el talento vocal y ese no es el ingrediente fundamental.

Si una cantante es buena es buena ¿o es el mercado y el negocio quien las elimina?

Sí, pero también puede verse envuelta en un mundo mediático que nos hace creer que son buenas. Mire, saldrán otros directores, pero no serán Maazel, ni Karajan, ni Muti, ni tendrán el nivel ni la musicalidad que a ellos los ha hecho grandes. No digo que haya malas voces sino que a los cantantes jóvenes no les dejas durar lo suficiente y a veces les ofrecen papeles para los que su potencial vocal no está del todo preparado. Adelantar el proceso es jugarse el todo por el todo.

Decía que no habrá directores como los de hoy ¿Entonces cómo serán?

Nos enfrentamos a un futuro muy incierto. Estamos viendo mucho avance visual en los espectáculos. A mí me han propuesto, por ejemplo, hacer una producción de Wagner en 3D. ¿Quien podría pensar que íbamos a ver una ópera en directo en 3D?

Lo está poniendo muy crudo.

Por supuesto. Es que eso de vivir por amor al arte ya no existe. Cuando yo estudiaba veía las óperas y decía: quiero estar ahí, pero cuando cruzas el telón... Creo que ha habido un retroceso que rebaja el estímulo, como la fantasía de la creación. Cuesta mucho trabajar en las condiciones de hoy. Y luego ¿quién te valora? El público no lo es todo. Yo me considero afortunada por mi carrera pero creo que la mía será la última generación que habrá vivido la vieja escuela de los repertorios.

Y la de las grandes divas.

Creo en la autenticidad de las cosas, aunque he admirado la carrera de la Callas, la Caballé, la Freni, la Scotto... Me han servido como punto de orientación, pero no habrá otras como ellas ni otro Plácido Domingo.

¿Le ha conquistado ya la ciudad?

¿Sabe? Esta ciudad también es única e irrepetible. Me ha gustado siempre y la gente me hace sentir como una más.