En una época de cierres como esta, resulta particularmente grato saludar el nacimiento de una nueva orquesta profesional. Más aún tratándose de una formación cuyos treinta y cinco miembros empuñan instrumentos de época, como explícitamente anuncia su nombre: Valencia Original Art. El parto ha durado cinco días consecutivos, en los que por este orden se han presentado en Alicante, Ribarroja, Castellón, Altea y Valencia.

Para su primer programa han escogido como hilo conductor la figura de Jorge Juan en su tricentenario. Más allá de que parezca o no (que sí que lo parece) una elección a lo Pisuerga por Valladolid, los Fuegos artificiales de Haendel y la versión orquestal de Las siete últimas palabras de Haydn han abundado casualmente en un tema que apenas tres días antes se había puesto sobre la mesa en el otro Palau: el de la conveniencia o hasta necesidad de un director no instrumentista.

Situado no en la posición de concertino sino totalmente de espaldas al público frente a su atril y violín en ristre, el estadounidense Barry Sargent obtuvo de la obra de Haendel una versión sumamente aceptable en todos sus números menos uno: la Siciliana. Aquí, donde más falta hace superar la función que bien podría cumplir un metrónomo, donde las frases requieren que se las moldee más allá de la precisa escansión de las notas, el resultado fue mucho más pobre que en el resto porque hubo cualquier cosa menos las sinuosas líneas previstas en la partitura y esperadas por los oídos.

En Haydn no hubo excepción: todos los números se tocaron a una velocidad contradictoria con la idea de siete movimientos lentos para acompañar la meditación religiosa, traición que alcanzó un grado de especial gravedad en el Nº 4. Ahora bien, pasado por alto (eso sí, con mucho esfuerzo) este defecto, apenas hubo más motivos de queja: un oboe de timbre demasiado abierto en el Nº 3, sonoridad no especialmente bella del conjunto en los pianos del Nº 5, una a estas alturas ya predecible ausencia de delectación en el fraseo del incipit del segundo tema del Nº 6... En resumen: enhorabuena, pero búsquense un director.