Debutó con el papel de «Fricka» de «La Valkiria» que hoy interpreta. Desde entonces su carrera ha sido de éxitos y vértigo profesional. ¿Cuáles son hoy sus sensaciones sobre este papel y qué cree que le aportó al personaje?

La primera vez que canté Fricka fue en 1978 y desde entonces la he cantado muchos años hasta que incorporé el papel Sieglinde en 1992. Esto quiere decir que La Walkiria es una ópera que me resulta muy familiar y con la que he experimentado mucho. Siento una especial pasión por Sieglinde y quiero contarle una anécdota que me ocurrió en un concierto en París en el que cantaba el roll de Fricka. Cuando estaba en el camerino calentando la voz llamaron a la puerta. Era Leonie Rysanek que venía a felicitarme. Me dijo que yo cantaría Sieglinde. En ese momento pensé que era una locura pero el tiempo ha demostrado que tenía razón.

Supongo que desde entonces todo debe haber cambiado mucho en el mundo de la lírica.

Sí, definitivamente ha cambiado. Ahora es más visual que antes y los efectos son también mucho más importantes. Me da pena que los efectos visuales sean actualmente más importantes que el sentido del drama. Para mí la ópera es música y drama.

¿Cree que los cantantes actuales deberían especializarse más o es mejor abarcar múltiples papeles?

Depende de cada voz. Cada uno debe oírse a sí mismo y decidir por donde quiere enfocar su carrera. Yo sólo puedo hablar de mí. Me alegro de no haberme especializado demasiado. A lo largo de mi carrera he cantado desde Mozart a Wagner y del lieder a la ópera, y esto aporta mucha más flexibilidad a la voz.

¿Se habla mucho de la tiranía de los directores de escena. ¿La ópera ha perdido cierta esencia?

Todavía hay magníficos directores de escena que ponen en marcha proyectos maravillosos. Por supuesto que hay exageraciones, pero sí es cierto que en la actualidad se tiende más al efectismo. Si un director es serio el trabajo que haga, sea innovador o no, va a funcionar. En cuanto a las programaciones, debería existir un equilibrio con obras en las que se arriesgue junto con otras más tradicionales.

¿Se está perdiendo la figura de la Diva ya que hoy las cantantes son apartadas de los escenarios siendo todavía muy jóvenes?

No, no se está perdiendo. Continúa existiendo. El público necesita una diva. En cualquier caso, yo no soy ni he sido nunca una diva.

¿Cuál diría que ha sido el acontecimiento de su carrera que más le ha marcado y el director que más le ha influido o sorprendido?

Es muy difícil escoger un solo evento en tu carrera y a una sola persona. No me parece justo para el resto de las personas con las que has compartido escenario. En mi caso, me ha influenciado todo el mundo, e incluso las influencias negativas me han servido mucho a lo largo de mi carrera. Pero si tuviera que elegir un solo director y un solo director de escena estos serían Daniel Baremboim y Patrice Chereau.

¿Su carrera ha sido cómo la imaginó?

No para nada, nunca imaginé que sería así. Lo único que he hecho es seguir mi camino y cuando miro hacia atrás estoy sorprendida y feliz.

¿En qué proyectos anda metida ahora?

Recientemente he incorporado el papel de Clitemnestra de la ópera Elektra de Strauss que lo hicimos en Aix-en-Provence y que próximamente lo vamos a llevar al escenario de la Scala. Además, voy a cantar en Berlín el papel de Santuzza de Cavalleria Rusticana y en Viena, Parsifal en el papel de Kundry.

¿Qué aportan las nuevas generaciones de cantantes, más o menos técnica, más o menos pasión?

En mi opinión son el espejo de nuestro tiempo. Hay algunos cantantes perfectos, con una técnica perfecta, pero a veces echo de menos la profundidad, vivir la música de manera profunda. Como le decía antes, a veces el efectismo es más importante que el drama y la música.

Andrea Bocelli afirmaba hace unos días en Valencia que a causa de la crisis la ópera debe adaptarse, aprender a vivir sin ayudas oficiales, regresar a los costes de la época de Verdi.

Yo pienso que es muy importante que el estado se ocupe y cuide de la cultura, de las escuelas, de la educación y de la música. Si la cultura depende totalmente del capital privado pierde su independencia. Esto es lo que ocurría en la época de Verdi donde los ricos que aportaban su capital tenían injerencias. Precisamente, en época de crisis la cultura es aún más importante. La música ayuda a levantar el espíritu. En época de crisis es aún más necesario que nunca.

Ha visitado el Palau de la Música en numerosas ocasiones y mantiene una buena química con el maestro Traub y la Orquesta de Valencia. Debe sentirse muy contenta con su trabajo para repetir.

La Orquesta siempre quiere hacer música, no solamente está acompañando al cantante sino que está junto a él. Siempre al lado del cantante. Con el maestro Traub me siento siempre muy feliz de trabajar. Cuando trabajo con él siento que la música nos envuelve, está en el aire. Ambos tenemos el mismo espíritu.