Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V

175 años de incertidumbres

El Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V abría el 5 de octubre de 1839 por primera vez sus puertas al público y su destino siempre fue una incógnita - Más de 18 años se ha tenido que esperar para que pudiera ser rehabilitado y ampliado

175 años de incertidumbres

La historia del Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V es un camino de peregrinaje, olvidos e incertidumbres. No en balde, continuaría casi en esa misma situación de no haberse producido recientemente los desprendimientos en su fachada noble, lo que obligó a acelerar una rehabilitación bloqueada ilógicamente por las instancias políticas desde hace casi 18 años. Y aún así, de nuevo seccionada ya que parte del proyecto inicial fue mutilado finalmente por el Gobierno central, lo que privará a Valencia de tener un museo de primerísimo nivel en cuanto a gran infraestructura y acorde a sus importantes fondos, aunque en condiciones dignas.

Y es que la historia del Museo San Pío V acaba de entrar en su 175 aniversario. Era un 5 de octubre de 1839 cuando el entonces denominado Museo de Pinturas abría sus puertas. Eso sí, en sus inicios apenas unos días. Pero fue ahí donde comenzó el calvario de un museo que hoy agrupa bajo su paraguas los intereses de la Generalitat Valenciana, responsable de su gestión; Ministerio de Cultura, titular del mismo y de parte de sus fondos, pero sobre todo de la bicentenaria y dedicada Academia de Bellas Artes de San Carlos, titular de la gran mayoría de sus colecciones sus estatutos fueron aprobados por el rey Carlos III en 1768 y sin la cual el museo valenciano hoy probablemente no existiría.

La del San Pío V es una historia de recorrido. Hasta disponer de su actual sede, recayente al antiguo cauce del Turia y vinculada a los Jardines del Real, ocupó varios emplazamientos.

Primero, bajo la custodia de la Academia, sus fondos estuvieron en la antigua sede de la Universitat, hoy La Nau, entre 1768 y 1850. Después, en el Convento del Carmen, actual Centre del Carmen, el edificio gótico y renacentista que además fue sede de la Escuela de Bellas Artes. Allí permaneció el depósito hasta 1941-42 .

Hoy Javier Delicado, actual secretario de la Academia de San Carlos y quien prepara un estudio sobre la historia de sus sedes, recuerda que la Academia pidió antes al Gobierno como posibles espacios para guardar las obras de la Desamortización, el Convento de la Merced así como el Monasterio del Temple. Sin embargo, tras su salida del Carmen su destino directo fue la actual sede.

Las colecciones provenían de fondos de la Desamortización, propiedad del Estado, pero también de donaciones de académicos y familias nobles que con su generosidad lograron incrementar de forma notable el patrimonio, como así ha seguido sucediendo a lo largo del tiempo. Pero siempre bajo la custodia de la Academia.

Era en 1913 cuando se nombraba al primer director del Museo, Luis Tramoyeres, cuyo retrato conserva el Museo de Bellas Artes pintado por Sorolla y que fue adquirido en una subasta hace unos años.

El actual edificio del San Pío, hoy en obras, fue proyectado en 1683 por el arquitecto barroco Juan Bautista Pérez Castiel por iniciativa del arzobispo Juan Tomás de Rocaberti. Su destino era residencia de misioneros y colegio de clérigos menores. Entre 1819 y 1826 fue Academia Militar de Cadetes y posteriormente primer albergue de la Casa de la Beneficencia. Más tarde se convirtió en almacén militar y después en hospital castrense hasta 1939.

De la multitud de usos se desprende la cantidad de cambios que ha sufrido un edificio sobre el que se han venido realizando, al menos en sus zonas nobles, múltiples pequeñas obras desvirtuando por tanto su fisonomía real.

Fue en los años ochenta cuando el Gobierno de la Generalitat dentro de un ambicioso plan cultural para la estrenada democracia decidió darle un impulso. Así nació el proyecto de recuperación del San Pío V cuya conclusión definitiva se ha ido demorando desde entonces.

En lugar de acordar un plan integral, el acuerdo entre Gobierno central y Generalitat Valenciana fue una ejecución parcial. Fue un error.

Cada una de las administraciones implicadas debía de asumir una de las fases de las obras. Después de ser creadas las primeras nuevas salas, reconstruida la cúpula de la entrada principal, construidos los accesos y las salas que hoy albergan el gótico e incluso incorporado el denominado Patio del Embajador Vich que fue desmontado del Convento del Carmen donde había sido integrado en el XIX, las obras toparon con un cambio de Gobierno tanto en Madrid como en Valencia. Fue el comienzo de un nuevo peregrinar entre despachos de arquitectos, políticos, administrativos, conselleres, directores generales...

Entró entonces en un proceso de promesas incumplidas, zancadillas, promesas vagas y demoras injustificadas. Así hasta que al fin se volvió a impulsar su recuperación más por acción popular que por destreza política. La caída de su fachada es el mejor ejemplo para entender su realidad. La de nuestro mejor museo.

Compartir el artículo

stats