Lina Morgan fue una castiza madrileña. Pero también bastante valenciana. Algunos de sus primeros pasos de baile los dio en el Teatro Ruzafa, como vicetiple, tercera y segunda vedette. A lo largo de su carrera no dejó de pisar las tablas de los teatros valencianos, prácticamente todos, del Princesa al Olimpia. Aquí se refugiaba a menudo cuando quería descansar. Fue cotorra del mercat, ninot y fallera.

La Falla del Pilar la nombró fallera de honor. Se vistió con el traje regional, desfiló en la Ofrenda y dedicó una canción, «Gracias Valencia», a la ciudad por este detalle. Lo cuenta Jesús García Orts en su biografía Lina Morgan: de Angelines a Excelentísima Señora. El motivo del monumento era el carnaval (Carnestoltes) y Lina fue retratada en cartón piedra por Vicente Agulleiro vestida con traje de torear. Emilio Polo, secretario de la falla, recuerda lo temerosa que la invitada se mostraba en las aglomeraciones de gente, algo difícil de sobrellevar dada su popularidad y las características de las fiestas falleras. Lina siempre mantuvo lazos con la comisión -nunca faltaba su telegrama de felicitación cada vez que cosechaban un primer premio, y fueron muchos- y volvió a responder a su llamada con motivo del cincuentenario de la falla. Asistió al acto homenaje que se celebró en el Teatro Olimpia. Fue probablemente su última vez en la ciudad.

Antes, en 1998, el Mercat Central le había otorgado su premio, la «cotorra del Mercat». Fue necesaria la intervención de la policía nacional para «rescatarla» ante la avalancha que se formó en el mercado por su presencia.

Lina conocía bien los teatros valencianos, sus bambalinas. Muchos de sus más exitosos espectáculos se estrenaron en Valencia: Hay que decir que sí al amor (Teatro Princesa, 15 de noviembre de 1983) con apagón incluido o Vaya par de gemelas (Teatro Princesa, 16 de noviembre de 1980), Un, dos, tres... cásate otra vez o Ki-ki-ri-ki. Pero María de los Ángeles López Segovia (su verdadero nombre) también trabajó intensamente en la pequeña y gran pantalla. La Mostra le rindió homenaje en 2006 y la recibió con una gran ovación. Coincidió con José Coronado y Andy García. Su nombre reposa desde entonces sobre una baldosa del Paseo Marítimo. Debajo de una estrella.