No es un gesto casual. El presidente de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), Ramon Ferrer, lo subrayó en su discurso de inauguración de la muestra de homenaje a Carles Salvador. Era la primera vez que un acto de estas características cuenta con la presencia del jefe del Consell.

Ximo Puig quiso, con su presencia, mostrar la nueva actitud de los actuales gobernantes hacia la institución normativa. Hace solo unos meses, el anterior ejecutivo se enfrentaba con ella por la definición de valenciano y amenazaba con cerrar el grifo de la financiación.

Puig optó por un mensaje poco protocolario y más personal. Recordó que conoció a la hija de Carles Salvador, Sofía, y que en cierta manera fue impregnado por el espíritu que dejó el viejo maestro de Benassal y Benimaclet cuando en los años 80 se puso en marcha la Junta Qualificadora de Coneixements de Valencià.

Recordó asimismo que durante la II República Carles Salvador ya defendió el anteproyecto del Estatuto de Autonomía. Precisamente, Puig y el resto de autoridades se retrataron ante una gran fotografía de la manifestación del 9 d´Octubre de 1933. Una curiosidad: en la pancarta central se reclama la «independència del País Valencià». Otros tiempos.

Más de un centenar de personas acompañaron a Ferrer, Puig y al rector de la Universitat de València, Esteban Morcillo, en el acto. Estuvo también el nieto del homenajeado.

El presidente de la AVL calificó a Salvador de «personaje puntero de una generación de valencianistas». «Un ejemplo de fidelidad a su tierra y a la lengua», remarcó.

Ferrer aseguró que la generación actual «siempre tendrá una deuda pendiente con el maestro», esencial en las Normes de 1932, dijo.