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Entrevista | Tony Hadley

"Tengo 55 años, no voy a ser nunca más un Nuevo Romántico"

«La gente espera que cante los grandes temas de Spandau Ballet y no tengo ningún problema con ello», apunta el artista

"Tengo 55 años, no voy a ser nunca más un Nuevo Romántico"

­«... En todo caso un Viejo Romántico». Tony Hadley nunca fue un icono punk, pese a que con el punk empezó todo, y ahora su carrera, asume con naturalidad y cierto entusiasmo, ha tomado un derrotero que le aleja irremisiblemente de los orígenes: va a publicar un disco de villancicos. Igual que el viejo rockero de Love actually; igual, qué narices, que Bob Dylan. «No soy una persona terriblemente nostálgica. Han pasado cosas increíbles en mi vida, pero ahora me centro en mi próximo proyecto», establece el cantante desde Londres, una semana antes de aterrizar en Valencia para actuar en el festival Stars a Les Arts.

Desde que se despegó de Spandau Ballet, Hadley ha ido desdoblándose en cada disco, marcando como única identidad la del nómada crooner: ha pasado del pop con temas propios al swing y luego al jazz versionando a sus mitos. Dice que no tiene reparo en ser otros y disfruta adaptando igual un clásico de Cole Porter o un himno de última hornada como I predict a riot de Kaiser Chiefs. «Me encanta interpretar canciones de otros. Son dos cosas distintas: cuando voy con Spandau Ballet el grupo tiene su propio sonido y como Tony Hadley sueno diferente», puntualiza. Antes, al preguntarle qué versión se iba a presentar en Valencia, ya se había adelantado: «Será un concierto pop-rock... y estarán las canciones de Spandau. Todo el mundo espera que estén».

Podría pensarse que tras la brecha abierta en el grupo por los derechos de las canciones tras su separación, Hadley hubiera transitado por los géneros que han pautado su carrera en solitario para tratar de desprenderse de la sombra del grupo. Nada de eso. La voz de Spandau Ballet se inscribe en ese grupúsculo de exmiembros de bandas que no solo no reniegan de su pasado, sino que asumen su presente como una lógica onda expansiva. «No tengo ningún problema con que la gente pida las canciones de Spandau, aunque sé que algunos artistas sí. La gente espera que cante True o Gold o Through the barricades y creo que es mejor ver al público feliz que decepcionado», sostiene.

Si él mismo abre la puerta, se hace inevitable hurgar en el pasado. Reciente, porque Spandau Ballet hace apenas unas semanas que finalizó otra gira mundial de sutura, en una reconciliación que se lleva fraguando desde 2009 tras dos décadas de hemorragia: «No fue nada fácil volver a juntarnos. Pero creo que cuando acabamos la gira nos habíamos hecho mucho mejores amigos». Además, apostilla, ahora también son «mejores músicos que en los ochenta».

Esa nueva era con el grupo quedó reflejada en un documental, Soul boys of the western world, que recoge los hitos de la gestación del grupo: los chicos del barrio obrero sin demasiado futuro, la idea de la banda tras un concierto de Sex Pistols, la pintada en la pared que da el nombre definitivo al conjunto, el club lleno de tipos estrafalarios donde se advirtió el éxito. Son ingredientes comunes en el relato del rock. También el del componente que marcaba cierta divergencia en la armonía musical de la banda. El factor diferencial: a Tony Hadley le gustaba Tony Bennett. «La cosa es que a mí me encantaba el punk y Bowie pero por mis padres descubrí a Bennett y Sinatra. Como cantante creo que es una buena combinación tener el glam rock y el swing. Le daba un toque clásico a las canciones, que no eran el típico pop». Lo demás se inscribe en el momento de eclosión de la new wave. Spandau Ballet cayó del lado de los sintetizadores y el vestuario lleno de brillo. En Valencia, Hadley cantará con traje y corbata: «Tengo 55 años, ya no voy a ser un Nuevo Romántico nunca más...».

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