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Para el consuelo de los vivos

Un réquiem alemán

palau de la música (valencia)

Regine Hangler (soprano), José Antonio López (barítono), Coro Philharmonia y Orquestra de València. Director: Yaron Traub. Brahms. 22 de abril.

Bienaventurados» es la primera palabra que se oye en sus movimientos inicial y conclusivo, y en los intermedios abundan imágenes como «segarán con alegría», «alegría y dicha», «regocijaos en el Dios vivo», «vuestro corazón debe alegrarse», «la muerte es engullida en la victoria»€ Aunque inmediatamente motivado por el fallecimiento de una madre conmovedoramente evocada en el último número compuesto («Yo quiero consolaros como a uno lo consuela su madre»), consolar a los vivos antes que honrar a los muertos fue la intención por Brahms declarada al escribir su Réquiem alemán.

Este espíritu no se captó como una componente más sino prevalente en la versión dirigida con gesto apropiadamente sereno por Yaron Traub. La orquesta respondió bien, y un coro que ya comenzamos a considerar nuestro estuvo, una vez más, magnífico.

Los tempi se decantaron por la opción digamos expansiva, pero con líneas sostenidas con firmeza más que suficiente para que la solemnidad no degenerara en torpor. La descripción como «fúnebre» no haría enteramente a la interpretación de la marcha con que arranca el segundo movimiento, sí como una auténtica Trauermusik en 3/4 (el compás del vals) en la que la muerte se reconoce con fortaleza hasta la victoria sobre ella que trae el imponente salto a si bemol mayor («Pero la palabra del Señor»). La del sexto hacia la «residencia permanente» ascendió también con una tersura constante pero al mismo tiempo lo bastante flexible para que se dejaran sentir las sutiles acentuaciones de cada sílaba.

En «Señor, enséñame», José Antonio López, este sí un cantante auténticamente nuestro pero al que sin duda no estamos sacando todo el partido que aconsejaría su exitosa carrera internacional, anunció el Juicio Final con una rotundidad que él demostró (a lo Fischer-Dieskau, para entendernos) no incompatible con un tono de reflexión filosófica. Llamada a última hora en sustitución de la indispuesta soprano en principio anunciada, Regine Hangler entusiasmó menos.

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