Viveros se inunda de viernes a domingo de música, teatro y arte en la inauguración de una propuesta innovadora.
¿Por qué ahora y aquí?
Llega un fenómeno muy positivo para las nuevas generaciones, los «markets», que los más mayores conocemos ya desde finales de los setenta en Berlín, Amsterdam y Londres.
¿Defina «market» cómo fenómeno cultural?
Son plataformas que dan visibilidad a todo ese entusiasmo creativo que vuelve. Ahora se llaman iniciativas emergentes, los pasotas de los ochenta.
¿Casan los «markets» en la vida mediterránea?
Es un espacio al aire libre, como el «mercat del dijous». En el norte de Europa han surgido de una manera más orgánica, como el Portobello, donde los modernos llenaron el barrio de talleres de artistas. Aquí han surgido de una manera más provocada.
Aquí los artistas emergentes han buscado sus espacios en el Cabanyal, Russafa, Patraix y Benimaclet.
Me parece súper positivo. Se nota el nuevo entusiasmo. La diferencia con otros «markets» que han surgido en Madrid es la dimensión, son casi 30.000 metros cuadrados. Valencia es el «market» más grande de España y nos hace mucha ilusión. Además integra ocio y comercio, con una pasada de programación cultural y un precio popular de 3 euros de entrada.
Además de urbano, ¿qué diferencia a este festival?
Pretendo que el festival sea la celebración de un estilo distinto de vivir. Ahota hay valores, como en los ochenta, pero a los jóvenes les importa mucho la historia que hay detrás. Si rascas, ves que hay una forma saludable de vivir.
¿Unir tanta actividad lúdico-artística habrá costado bastante trabajo?
Llevamos 17 ediciones en Barcelona. Damos trabajo y cumplimos con todas la normativas de limpieza, sanidad y seguridad. Hay mucha labor de diseño y rigor. Ahora vamos hacia un modo más de festival, por eso hemos introducido la palabra.
¿Veo que solo les han dejado hasta las 12 de la noche, que es cuando en Valencia empieza la auténtica fiesta?
(Carcajadas) Fuimos nosotros los que pedimos solo hasta las doce. Aspiro a que se tenga el mismo tipo de emociones que cuando íbamos a aquellos festivales al aire libre? Lo original es conseguir en un evento muy festivo ese tipo de emociones en familia, por el día y con un montón de estímulos.
Voy el sábado por la mañana a Viveros. ¿Qué hago?
Si vas con nanos, nada más entrar hay talleres. Uno de la arquitecta valenciana Sonia Rallo, con una gran ciudad en el suelo. Otro de zumos naturales, donde los nanos irán a coger la fruta, en unos campitos emulando la propia huerta en el césped de Viveros. Por el paseo principal están los expositores. El Petit Teatre traerá músicas de géneros suaves y por la noche el escenario cerrará con espectáculos de prestigio.
También dj´s, ¿no?
Siempre dj´s en los interludios. Hay dos escenarios donde coinciden todo el tiempo uno o dos músicos en directo, sin parar. Más puestos de comida para pasar el día entero.
¿La oferta expositiva?
Habrá mucha gente de Valencia, hemos sido muy pro activos buscando los talentos artesanos. Hay un 30 de Valencia, otro 30 por ciento de Barcelona y el otro 30 entre Madrid y el resto de España y algunos extranjeros.
¿Por qué Viveros?
Estuve mirando el Veles e Vents, pero Viveros está bien. El festival pondrá en contacto el ímpetu creativo de Valencia, Barcelona y Madrid. Empezamos en Valencia para crear una plataforma que de cobertura a un público potencial muy grande. Aspiro a 30.000 personas en Valencia, en Madrid 60.000, una gran cifra para competir contra las grandes multinacionales.
