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Un sueño que seguirá siéndolo

Obras de Mendelssohn

palau de les arts (valencia)

Federica di Trapani (soprano), Elisa Barbero (mezzosoprano), Rossy de Palma (actriz), Cor de la Generalitat Valenciana y Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director: José Miguel Pérez Sierra.

Les Arts ha conmemorado el cuarto centenario del fallecimiento de Shakespeare con un doble homenaje centrado en El sueño de una noche de verano: hace unas semanas, la producción de la ópera de Britten se saldó con un gran éxito; el espectáculo que constituyó la segunda parte del concierto ofrecido en el auditorio, con una frustración. Oírla en su integridad tal como Mendelssohn concibió la música que compuso para esta obra es precisamente un sueño que todo melómano tiene de siempre pero que de momento seguirá siéndolo, pues no parece próximo el día en que alguien ofrezca lo escrito por el Bardo de Avon con los músicos en el foso esperando a intervenir o entrando y saliendo. Música aparte, apenas acertó más que en la fecha: El sueño de una noche de San Juan es una traducción de A Midsummer Night´s Dream más exacta que la literal. Ni los textos en sí, ni la pésima lectura de ellos por parte de Rossy de Palma, ni el traje de ésta, ni el mínimo dispositivo escénico sobre el que se movió (poco), ni la videocreación proyectada: nada de todo esto aumentó ni el conocimiento ni el placer de los espectadores.

Salvo por algunos cortes, el tratamiento dispensado a la música fue otra cosa. La baja de Ramón Tébar sobre el podio la suplió José Miguel Pérez Sierra (Madrid, 1981), que primero dirigió una Escocesa que de las indicaciones attacca sólo respetó la última, pero que entre los ataques demasiado blandos de la introducción y la desafinación de trompas en determinado punto de la coda del final satisfizo con holgura todos los demás requisitos técnicos y de idiomatismo contenidos en la partitura. Comentario similar merecería el Sueño, con el intermezzo y la Marcha fúnebre como los números que recibieron dosis más generosas de encanto, y unas solistas y coristas bien integradas en la mágica atmósfera creada por los instrumentos. Antes y después del descanso, por timbre, precisión y tono, destacó Joan Enric Lluna en los solos para clarinete.

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