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Entrevista

José Luis García: "Si Beethoven hubiera tenido que componer para el público nunca habría escrito algunas de sus obras"

El musicólogo José Luis García del Busto clausura el curso en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos

José Luis García: "Si Beethoven hubiera tenido que componer para el público nunca habría escrito algunas de sus obras"

La Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia le «regaló» ayer las credenciales como académico correspondiente. José Luis García del Busto (Xàtiva, 1947) ha dedicado casi toda su vida a la música y muy especialmente a las composiciones contemporáneas. Ayer también clausuró el curso académico de la histórica institución valenciana con una lección magistral sobre el organista barroco valenciano Juan Cabanilles (Algemesí, 1644-Valencia, 1712).

Ser académico en casa siempre es una alegría.

El matiz de ser la de casa es un punto más de ilusión y emoción, claro. Ya soy académico numerario de la de San Fernando y correspondiente de Granada, Sevilla y Barcelona. Ahora mis paisanos me han regalado este nombramiento.

Ayer dio una lección magistral sobre Juan Cabanilles. ¿Por qué esta figura?

Pensé en algo que tuviera algo específico de Valencia y se me ocurrió Cabanilles por ser un maestro del órgano barroco español y, además, era de Algemesí. Yo no soy especialista en órgano del barroco, porque me muevo en la música moderna, del clasicismo hasta la contemporánea. Lo que he hecho ha sido poner en relación a Cabanilles con la música contemporánea. Hay dos obras admirables de sendos compositores actuales, Carlos Cruz de Castro y Cristóbal Halffter, que parten de una pieza para órgano de Cabanilles y con ellas hacen una obra orquestal propia. El resultado es fascinante. Lo presento con el preludio de una orquestación de una pieza de Cabanilles que hizo en los 60 José Moreno Gans, compositor también de Algemesí. Acudió a la música de su paisano pero no hizo música propia, sino que se limitó a orquestar e instrumentar. Su título es Tres piezas organísticas para pequeña orquesta de Cabanilles. Es una obra que ha circulado muy poco, la encontré en el archivo sonoro de RTVE con dirección de Enrique García Asensio, también valenciano. Espero que esta pieza interese porque no se ha vuelto a hacer y es idónea para empezar programas en conciertos orquestales de Valencia.

¿Cuál es el estado de salud de la música contemporánea española?

Muy bueno, el nivel de los compositores es muy alto. Hay compositores destacados a nivel altísimo, comparados a los mejores de todo el mundo.

¿Ha tenido la sensación de que la música contemporánea ha sido tratada como la hermana pequeña?

Muchas veces, pero es natural. La música es un proyecto escrito en un papel que se llama partitura y para vivir necesita de dos estamentos: intérprete y público. Es natural que la gente recele ante lo desconocido, mientras que se siente cómoda con los grandes hitos de la historia de la música, sancionada por el tiempo. La contemporáneo tiene ese problema, que es estructural, consustancial. Del XVIII y XIX solo escuchamos la música maravillosa que el tiempo ha sancionado como tal.

Los programadores tiene una gran responsabilidad en esta materia.

Sin duda y no todos arriman el ascua a la sardina de la creación contemporánea porque también tienen, además de prejuicios, la exigencia para que hagan conciertos exitosos y que el público responda.

Hay poco riesgo entonces.

Los compositores estiman que sí, que se arriesga muy poco. También hay abonados de determinada orquesta que creen sus programadores están demasiado abiertos a la música actual.

¿La música debe someterse a esta ley de la oferta y la demanda?

Es difícil responder. Si Beethoven hubiera pensado que tenía que hacer una obra para que el gran público la escuchara con gusto, la aplaudiera y quisiera volver a escucharla, nunca habría compuesto los cuartetos de última época, ni la Gran Fuga o las últimas sonatas de piano. Las escribió porque sintió la necesidad, por imperativo ético. Sabía que estaba haciendo algo grande, aunque también aunque sabía que no iba a ser entendido de forma inmediata. Al creador hay que exigirle, además de calidad, un compromiso ético.

¿Hacia dónde camina la música contemporánea?

Estamos en un momento de libertad total y de apertura de miras como nunca ha habido en la historia. Siempre ha estado el peso de la tradición, la exigencia de las críticas, tendencias, modas, ismos, esnobistas,... Hoy a cada obra nueva se le exige que interese, que sea propia, distinta y que no sea mimética con lo que hacen otros. Hoy se compone en un clima más relajado que hace 40 años.

¿A qué compositor le hubiera gustado conocer?

He coincidido en mi juventud con los años finales de quien considero uno de los mayores genios de la historia de la música: Igor Stravinsky. Cuando murió yo tenia 17 o 18 años y yo había ido ya a muchos conciertos. Haberlo conocido personalmente me hubiera entusiasmado.

¿Cree que hay algún compositor sobrevalorado?

Georg Philipp Telemann me parece un músico de una fecundidad asombrosa, pero no conozco nada suyo que me haya emocionado. Y que me lo pongan a la altura de Häendel y hasta de Bach, me parece pecado (risas).

Es valenciano aunque reside en Madrid. ¿Cómo ve la escena contemporánea de la tierra desde la distancia?

Hay espacios, compositores y solistas. Es decir, los mimbres están, otra cosa es que se hagan cestos con ellos: apoyos financieros, iniciativas públicas y privadas,... Siempre es un ejercicio sano y demostrativo de inteligencia y sensibilidad que los programadores se abran a la música contemporánea. Se echa en falta un poco de imaginación y hablo en general, no solo de Valencia.

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