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Entrevista

Fran Perea: "El primer síntoma de la estupidez humana es este mundo desequilibrado"

«Nos gusta el teatro que hace preguntarte de qué te estás riendo», afirma el actor

Fran Perea: "El primer síntoma de la estupidez humana es este mundo desequilibrado"

¿Cómo surge «La estupidez»?

Al autor de esta obra, el argentino Rafael Spregelburd, le quitaron un proyecto de la cartelera en Buenos Aires. Y entonces pensó que si lo lógico no le funcionaba probaría con lo ilógico. Y escribió una heptalogía sobre los pecados capitales. La estupidez habla de la codicia, que es el pecado sobre el que trata esta obra. Parece que la codicia no pasa de moda. Es una función que tiene mucho que ver con nuestra manera de entender el mundo.

La obra cumple con la función de entretener al público y a la vez hacerle reflexionar. ¿Es así como entienden el teatro?

Pensamos que ese es el teatro que hay que fomentar. Nos gusta ese teatro que te relaja el diafragma a través de la risa y que luego hace preguntarte de qué te estás riendo. Según nos cuenta el público, es una función que no te deja indiferente por los temas que trata y por cómo los trata. Una obra que te deja un poso y sobre la que sigues pensando al día siguiente.

En «Feelgood» había políticos corruptos, y en «La estupidez», personas corruptas

Nos gusta la comedia como excusa para la reflexión. El teatro, aparte de entretener, tiene que remover al espectador. Nos gusta plantear preguntas. No ofrecemos respuestas en nuestros montajes, no nos creemos con la capacidad para ello.

¿Cree que todos vivimos tentados por el dinero?

Sí. Todos caemos. Todos hemos tenido comportamientos codiciosos. El que diga que no, miente. Y creo que todos, alguna vez, nos hemos comportado de manera estúpida.

Este argumento viene a suponer un retrato de la actualidad, en la que vemos pasar por los juzgados a los que han hecho del dinero su gran motivo de vida...

Así es, desgraciadamente. Para mí, la primera estupidez en mayúsculas es el mundo que hemos creado. Cuando El Bosco pintó hace 500 años la Mesa de los Pecados Capitales puso en el centro a Dios. Si lo pintase ahora pondría un billete de dólar o de euro. El primer síntoma de la estupidez humana es el mundo desequilibrado que hemos creado, que haya gente con tanto y otra gente con tan poco. Y lo más curioso es que no hay solución posible para este desequilibrio. Hemos creado un mundo así de terrible. Y esto conduce, de manera imparable, al caos que estamos viviendo.

La codicia también afecta al medio en el que vivimos, a la naturaleza. ¿Se detiene «La estupidez» en esta carrera humana hacia la destrucción del planeta?

Sí, la función habla de cómo el mundo se aproxima a un apocalipsis que no hay manera de parar. También plantea otros escenarios, como el mundo del arte, de las relaciones familiares, las relaciones de amistad... Y la gente se ve reflejada en muchos de los personajes.

¿Eligió bien cuando decidió ser artista?

Sin duda. Elegí bien porque era lo que me gustaba y luego tuve la suerte de tener trabajo.

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