Como un juglar medieval en sus espectáculos callejeros, Dario Fo, dramaturgo, actor, pintor e intelectual polifacético, azotó la política italiana y la religión a base de sátira, lo que le valió censura y grandes polémicas con el Vaticano. Fo falleció ayer a los 90 años tras pasar varias semanas ingresado en un hospital de Milán por problemas pulmonares. El conocido como «sumo dramaturgo» era famoso en todo el mundo por sus textos teatrales de sátira política y social y por su compromiso con la izquierda junto a su mujer, Franca Rame.

Fo recibió en 1997 un Nobel de Literatura que fue incluso criticado en su país, debido a sus controvertidas creaciones, amadas o detestadas por el público.

Hijo de un jefe de estación, Fo estudió en la Academia de Bellas Artes de Milán y, posteriormente, comenzó a trabajar en la RAI como actor y como autor de texto satíricos. En 1968, a Rame, Massimo de Vita, Vittorio Franceschi y Nanni Ricordi fundó el grupo teatral Nuova Scena, que tenía como objetivo volver a los orígenes populares del teatro y a sus valores sociales.

Durante su larga trayectoria ha publicado más de cien obras teatrales, que él mismo interpretaba y numerosos libros. Destaca la pieza Mistero Buffo (1969) o su obra maestra Muerte accidental de un anarquista (1970).

Su trabajo, en Valencia

Fo visitó Valencia en 2007 para inaugurar una exposición sobre sus obras en la basílica de Santa María de la Valldigna y clausuró el festival Festa Teatre. Entonces, aseguró: «Digo cosas que conocidas y reales. Si alguien se ofende es su problema, pero si parte de los espectadores no sienten una reacción o un rechazo es que el texto no funciona o que yo no funciono. Hago teatro satírico y la sátira es provocadora. Los actores a los que se quemaba eran los que hacían comedia no los que representaban tragedias».