Una aspirante a estrella reza en la intimidad Hallelujah, de Cohen, cuando aparece el diablo (o alguien en su nombre) para hacerle una proposición: todos los focos del mundo a cambio de la luz del día. Esa fue una de las píldora que se mostraron ayer a la prensa de lo que será Drac Pack, musical coproducido por Rambleta „que se ha embarcado en su tercera aventura escénica tras Las guerras correctas y El cabaret de los hombres perdidos„ junto a Seda y Royal Role. La mención a esta última empresa es oportuna: fue constituida por la propia Najwa Nimri junto a Carlos Dorrego, coautor del texto, expresamente para levantar un espectáculo que latía en el subconsciente de la actriz. El dato habla de la implicación de una intérprete que confiesa haber sentido siempre «reticencias» hacia el teatro, parecidas a las que antes de Vis a vis le separaron de la televisión.

A los 44 años se descubría ayer como una novata ante un código nuevo, el de la escena, que le ha absorbido durante los últimos cuatro años. No es una cosa de aprovechar el tirón de Vis a vis, advertía. «No he tenido facilidad por haber hecho cine antes, y aún no se había estrenado la serie», contaba del momento en que ideó Drac Pack; «estaba en un momento de mi carrera más bien bajo, ganando con los conciertos más bien poco», admitía Nimri. Entonces, junto a su otra mitad en el proyecto, Carlos Dorrego, se dedicaba a indagar en esa idea de Hollywood como pasarela y jaula a la vez. El lado oscuro de la fama retozaba en el imaginario de la intérprete con los standards de jazz de los cincuenta, pero «una idea es solo una idea», admite la actriz.

Por el camino encontró compañeros de viaje como el propio Dorrego, el director Fernando Soto y actrices como a Anna Castilo o Kimberley Tell, a esta última tocando el ukelele en Instagram: «La recordaba de una noche en la que cantamos borrachas en una fiesta», revelaba Nimri, una veterana para todas ellas. A Alba Flores, figura mediática de nuevo cuño, la conoció en Vis a vis, el mismo trampolín que ha relanzado la carrera de Nimri.

«Levantar cualquier idea es absolutamente inviable hoy», lamentaba la actriz y productora. Pero ahí está Drac Pack, un título que a los de la generación X les devolverá una serie de los ochenta con un estrafalario grupo de superhéroes, descendientes de Drácula, Frankenstein y el Hombre Lobo. Sin embargo, ella tenía otros referentes en la cabeza: Sinatra, Sammy Davis Jr., Dean Martin... El Rat Pack, o el círculo de amigos que más flashes reventaron en los cincuenta. En la obra cuyo estreno absoluto será mañana „habrá otra función el sábado y el ritmo de venta de entradas, aseguran desde la productora, augura un sold out„ canciones como Blue moon o What a wonderful world pasan por el filtro de la electrónica (sin estridencias) y acompañan una trama de auge y demolición de una estrella con un tamiz vampírico. Eso, al menos, deslizaba el equipo artístico sobre un montaje del que ayer se querían reservar todos los secretos posibles. «Es que es estreno absoluto y...», justificaba una voz del teatro tras la rueda de prensa.

Las expectativas en Rambleta son altas ante esta producción, que tras este fin de semana iniciará una gira que pasará por Madrid a principios de 2017 (con sala aún por confirmar), y que recorrerá Barcelona, Coruña... hasta, al menos, veinte ciudades de todo el Estado, con una esperanza abierta a salir al extranjero, deslizan desde una de las productoras.

Hace cuatro años que la creadora de Drac Pack empezó a intuir que podría acercarse a esas «dinámicas» de la escena que le creaban tantas dudas, mientras a su proyecto le iban creciendo extremidades: «En realidad lo que pensaba se parecía mucho a lo que veréis ahora. El éxito con lo más atroz, el ruido de fondo», se extendía ayer. Un imponente muro construido en los talleres valencianos de Neoescenografía solidifica ahora el «vértigo» que la música y actriz sentía ante las alturas del escenario. Nimri ha descubierto, tras décadas de carrera profesional, «por qué se abrazan tanto los actores de teatro».