Joan Fuster fue polifacético. Conocida su producción ensayista, ha quedado en un segundo plano su tarea de traductor „con atención especial al francés Albert Camus„. La bona nova a Maria de Paul Claudel fue su primera adaptación al valenciano, que tuvo una única representación, bajo la dirección de Francesc de Paula Burguera, en la Placeta Fonda de Sueca, el 11 de octubre de 1952 por el Teatro de Cámara local, con motivo de las fiestas de Coronación de la Mare de Déu de Sales.

Después de 64 años, el Taller de Teatre de Sueca volverá a representar la versión traducida y adaptada por Joan Fuster de La bona nova a Maria de Claudel. Será el jueves 29 de diciembre en el Centre Municipal Bernat i Baldoví. Más de seis décadas habrá entre la primera y segunda puesta en escena, pues primero la censura franquista, y luego la perdida del texto impidieron reponer esta obra emblemática del escritor francés.

El posterior encuentro del manuscrito en la Biblioteca Valenciana y la publicación en la colección Rent de editorial Denes, ha propiciado su reposición.

Agustí Colomer, director de la colección de literatura religiosa Rent y secretario general de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, explica la dimensión simbólica que supuso aquel estreno. «Primero porque se representa en la plena calle „explica„, con gran asistencia, pese al carácter religioso y al valenciano culto que utiliza Fuster». Según Colomer, «la receptividad de los asistentes y el eco adquirido en la prensa escrita de la capital revelaba la posibilidad de hacer un teatro en valenciano que superaba los clichés y el costumbrismo». De hecho Radio Valencia grabó la obra, aunque la censura prohibió su emisión, e incluso Vicent Ventura intentó, de manera infructuosa, organizar una representación en la plaza de la Almoina de Valencia el 3 de junio de 1953.

La puesta en escena, luego prohibida, marcó el valencianismo en los años cincuenta, hasta entonces recluido en cenáculos literarios, como las tertulias de Casp y Adlert, la fundación de las editoriales Torre y Lletres Valencianes y la efímera revista Esclat. Colomer sostiene que la representación de La bona nova a Maria «se inscribe en la visibilidad de un movimiento de afirmación cultural, que con el tiempo alcanzará una primera dimensión cívica con el discurso de Martí Domínguez "Valencia, la gran silenciada" de 1958», y después con la vía política, a principios de los sesenta, con la fundación en la clandestinidad del Partit Socialista Valencià y de la Unió Democràtica del Poble Valencià.

«Es bastante significativo que La bona nova a Maria esté ligada a los nombres de Joan Fuster y de Francesc de Paula Burguera, personalidades suecas, que más allá de su dimensión literaria, han adquirido una proyección política como ideólogo, en el caso de Fuster, y como periodista y político en el caso de Burguera», concluye Colomer.